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Jorge Arias Soto |
“Duerme con el pensamiento de la muerte y
levántate con el pensamiento de que la vida es corta”. Proverbio
La noche del domingo pasado, Yacuiba recibió con mucha
asombro y desconcierto la infausta noticia a la muerte trágica en un accidente
de tránsito, del último hijo del presidente del Concejo Municipal de Yacuiba Jorge
Arias Soto. Todos nos conmovimos mucho con la noticia. Hoy en la mañana fui el
sepelio, y acompañamos a la familia en su profundo e inconsolable dolor. Mientras
iba a la misa de cuerpo presente en la Iglesia, mientras acompañaba al cortejo fúnebre
por las calles de Yacuiba, mientras ingresaba al cementerio, mientras
depositaban el cuerpo yerto y sin vida de Diego Bebeto Arias Estepa en un nicho
en el cementerio municipal, mientras regresaba a casa en el taxi, reflexionaba,
pensaba, recapacitaba, reconsideraba sobre la muerte y la vida.
Una muerte de un ser querido (sea familiar o no) siempre
genera dolor y sufrimiento, pero es más tormentoso aun cuando esta muerte es trágica,
y ese dolor se incrementa aun mas cuando la muerte es de un hijo dependiente. No
es natural que un padre entierre a un hijo, es antinatural. Lo que forma parte del
ciclo de la vida es que un hijo entierre a sus padres y abuelos. Es decir, que
se haya agotado el espacio de vida primero y después la muerte.
Sin duda es inconmensurable el dolor que se registra
por la partida irreparable de un ser querido que uno ha engendrado, y en el que
se siente la prolongación de uno mismo. Tanto tiempo compartido, disfrutado,
amado. Muchas experiencias vividas que no morirán nunca, muchas lecciones
aprendidas de los hijos.
No me imagino el insondable dolor que siente en
este momento Jorge Arias Soto, su esposa, su hijo y su familia por este hecho trágico.
Con duda que le costará muchísimo recuperarse de esta adversidad imprevista,
porque Jorge Arias tenia depositado muchos sueños y anhelos en su hijo menor. Tengo
muchas, profundas e irreconciliables diferencias políticas con el político Jorge
Arias, pero no puedo ser indiferente ante el Jorge Arias humano. Es por ello
que decidí solidarizarme plenamente con él y acompañarlo en su momento de
dolor.
Cuando
se pierde a un ser querido nos planteamos muchas preguntas, que quedan sin respuestas
convincentes, sin embargo vamos entendiendo los ciclos de la vida,
inevitablemente aceptamos que las cosas ocurren independientemente de lo que
nosotros deseábamos o esperábamos.
Lo
natural es nacer, crecer y morir pero cuando a un ser querido le llega la hora,
sea como fuere, parece que nunca estamos preparados, como si fuera algo que
nunca pudiera ocurrir, como si estuviera ajeno a nuestra condición de humanos. Nos
creemos eternos, creemos que los nuestros son inmortales. Los jóvenes creemos
que viviremos para siempre. Cierto día la muerte nos vivita y entonces pensamos
en por qué no disfrutamos de esa persona, por qué no aprendimos de ella, por
qué no la amamos con más intensidad, por qué no la atendimos, por qué no fuimos
más expresivos, por qué no perdonamos, por qué por qué…. Muchas preguntas pero
la respuesta está muy clara: debemos vivir con plena conciencia cada segundo,
disfrutar cada paso de la vida, y acepta todo lo que ocurra con alegría y buen
carácter.
La Biblia dice que “Dios formó al hombre del
polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser
vivo” (Gn. 2:7); por lo tanto, al haber procedido del polvo, volveremos a ser
polvo dice el Génesis. (Gn. 3:19). El salmista David se pregunta “¿Qué hombre vivirá
y no verá la muerte?” (Sal. 89:48). Su hijo, el sabio y rey Salomón dijo: “Todo
va a un mismo lugar; todos es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo” (Ec.
3:20). El apóstol Pedro es más implacable todavía, porque dice: “Toda carne es
como la hierba, Y toda la gloria del hombre como la flor de la hierba. La
hierba se seca, y la flor se cae”. (1 P. 1:4). Finalmente el apóstol Santiago
dice con vehemencia: “¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal
ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis
lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se
aparece por un poco tiempo, y luego se desvanece” (Stg. 4:14). Jesús no habló
mucho de la muerte, sino de la vida, porque Él mismo era/es la vida.
No deseo la muerte de nadie y menos de un ser
querido, pero si deseo que hasta que esa hora llegue sea capaz de vivir la vida
intensamente, sin pensar tanto en lo que pasará y siendo más conscientes del
presente, de lo que acontece en cada instante, por muy cotidiano que parezca.
Para entender esto solo tengo que quitarme “el traje de romano” y abrir un poco
mi corazón, sin miedo y aceptar a los que me rodean como son, disfrutando de
ellos sin tantos prejuicios y complejos. Sin reservas.
Después de estudiar la Biblia y otros libros
menores, he llegado a la conclusión que en realidad la muerte no existe, sino
únicamente en el aspecto físico y ello me provoca una automática pérdida del
miedo a vivir la vida, sin tapujos, sin complejos, enérgicamente, con todas mis
fuerzas, amando lo que hago, aprendiendo e instruyéndome cada instante, cultivándome,
defendiendo con todas mis fuerzas lo que pienso, aprovechando cada respiración,
cada latido de mi corazón, cada energía para ser feliz y hacer feliz, hasta que
Dios quiera. Quiero vivir muchos años más, quiero que mi vida sea fructífera, útil,
proverbial y sobre todo, trascendental. Quiero trascender en el tiempo. Sinceramente,
no le tengo medio a la muerte, solo le pido que me dé tiempo para hacer lo que
deseo y anhelo. Quiero morir como mi abuela, que supo en qué momento partía de
este mundo, que presintió su muerte, le dio tiempo para despedirse de su marido
e hijos. Quiero que la muerte me diga; “es hora de irnos, alístate que tenemos
que partir”. Quiero despedirme de mi esposa e hijos, y seres más íntimos antes
de ir a encontrarme con mi Señor.
Por ello no hay que preocuparse. No me cabe duda
que tras la muerte, para las grandes personas están reservados los grandes
lugares aquí y allá. Ese gran lugar es un regalo, y ese regalo es permanecer en
los corazones de los que nos han querido y amado, en los que hemos querido y amado
intensamente. Eso significa ser eterno y la eternidad es inmortal,
imperecedera, sempiterna.
Termino con un poema de un grande, San Agustín. Tengo
uno de Borges que es mi favorito y me impactó mucho, pero éste es breve y
contundente. “Reflexión sobre la muerte”
La
muerte no es nada.
No he
hecho más que pasar al otro lado.
Yo
sigo siendo yo. Tú sigues siendo tú.
Lo
que éramos el uno para el otro, seguimos siéndolo.
Dame
el nombre que siempre me diste.
Háblame
como siempre me hablaste.
No
emplees un tono distinto.
No
adoptes una expresión solemne ni triste.
Sigue
riendo de lo que nos hacía reír juntos…
Reza,
sonríe, piensa en mí, reza conmigo.
Que
mi nombre se pronuncie en casa como siempre lo fue,
Sin
énfasis ninguno, sin huella alguna de sombra.
La
vida es lo que siempre fue: el hilo no se ha cortado.
¿Por
qué habría yo de estar fuera de tus pensamientos?
¿Sólo
porque estoy fuera de tu vista?
No
estoy lejos, tan sólo a la vuelta del camino…
Lo
ves, todo está bien…
Volverás
a encontrar mi corazón, volverás a encontrar su
Ternura
acendrada.
Enjuga
tus lágrimas, y no llores si me amas.
(Yacuiba 19/06/12).
ESTEBAN FARFÁN ROMERO, es periodista, analista político y docente.
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2 comentarios:
GRACIAS ESTEBAN, la verdad pocas personas tiene la capacidad de apartar las diferencias y prestar apoyo al ser humano, este es el golpe mas duro que nos dio el destino, pero asi lo quiso dios y asi lo debemos aceptar, gracias nuevamente.
attentamente
Jorge Arias Estepa
De nada Jorge, simplemente escribí lo que sentía en ese momento. Ante todas las diferencias, raciales, ideológicas, religiosas, culturales, como humanos, somo iguales, sentimos lo mismo, tenemos el mismo color y composición de corazón, por lo que no debemos dejarnos abstraer por diferencias de matices. Lo importante en nosotros es la substancia. Te cuento que este articulo me reporto exactamente 385 correos de comentarios positivos, algunos con comentarios muy buenos cobre la muerte. Incluso una amiga me mando una serie de reflexiones para tu padre que reboté a Marcelino para que le haga la entrega
esteban farfán romero
YACUIBA
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