EL DEDO EN LA LLAGA
¿Por qué fracasó la Autonomía Regional en el Chaco?
Por: Esteban Farfán Romero[1] (El Marucho[2])
Libertad, Igualdad ante Ley, Gobierno reducido y Economía de Mercado Libre.[3]
E-Mail: elmarucho@elmarucho.com
«El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los
peores hombres.»
— Platón
«La política no debe ser el arte de ganar elecciones, sino el arte de
mejorar la sociedad.»
— Arnold Toynbee
«No hay nada más peligroso que un hombre con poder y sin principios.»
— Thomas Jefferson
El proceso reivindicativo autonómico en el Gran Chaco, ha comenzado a inicios de la década de los ’80, inmediatamente después de la recuperación de la Democracia. Por la investigación que hice, he descubierto que detrás de esta eufórica lucha cívica, hay mucha historia, muchos episodios muy ricos, aleccionadores e interesantes, que estoy documentando para publicar en un documento impreso próximamente.
A mi juicio, el Proceso Autonómico en el Gran Chaco tiene tres Periodos: el primero, desde los ’80 hasta fin de siglo; el segundo, desde el año 2000 hasta el 2009, año de la aprobación de la Nueva Constitución; y el tercer periodo, desde el 2010 hasta la fecha.
En este breve artículo, voy a tomar como referencia temporal, el tercer periodo, que es desde la aprobación de la Nueva Constitución Política del Estado, introduciendo y estableciendo en la misma, modificaciones importantes en los pisos de la estructura subnacional.
En este tercer periodo, ya no son los cívicos los que toman las iniciativas, sino los políticos partidarios, específicamente, los tres alcaldes[4], que, hasta aquí, veían el proceso de descentralización-autonomía, con mucho recelo y desconfianza, no teniendo una participación activa en la lucha, dejando todas las iniciativas a los cívicos, porque siempre han considerado al proceso de descentralización espacial regional en el Chaco, como una amenaza al nuevo modelo de los Gobiernos Municipales.
Es en este momento, que, de manera oportunista y utilitarista, ven la ocasión propicia para convertir a la Autonomía Regional, en una bultosa caja millonaria de financiamiento a los municipios a través de traspasos, por lo que deciden arrebatar la bandera a los cívicos, y ponerse de un día para otro por delante, para terminar de apropiarse del proceso y encaminarla a consolidarla, bajo su liderazgo. Prueba de esta afirmación, es que desde el 2005, a través de varias leyes nacionales, comenzaron a vaciar y descapitalizar el 45 %, mediante transferencias irracionales y contraproducentes, a los gobiernos municipales, a través de leyes nacionales.
El tener como aliado a un diputado nacional[5], les ha permitido tener acceso a información privilegiada, sobre la llegada de gran cantidad de recursos producto de los cambios económicos que se producían en el mundo.
Estas transferencias ciegas, sin objetivos, sin condiciones, de libre disponibilidad, se han definido apresuradamente, con el fin de garantizar el traspaso de los recursos de un bolsillo a otro, para que sean los alcaldes los que dispongan libremente su gasto.
Les ha faltado tiempo para extraer los recursos del 45 %, pues solo han logrado transferir, a través de leyes nacionales, casi el 50 %. Luego han creado la figura de los proyectos concurrentes para seguir succionando.
Una prueba del utilitarismo y mercantilismo de los alcaldes, que solo les interesaba los recursos del 45 % y no así la construcción de un modelo autónomo de gobierno, fue el total desinterés de los tres alcaldes y de los principales políticos impulsores de la Autonomía, en el proceso de discusión de los términos del Estatuto Regional.
Ninguno de ellos ha participado en ninguno de los tres eventos que fueron convocados por la extraviada Asamblea Regional y los ejecutivos seccionales de desarrollo, que han terminado en fracaso, porque finalmente fueron técnicos del ministerio de Autonomías los que redactaron el documento que ahora tenemos como Estatuto, sin la participación de los actores principales.
La ausencia de una masa crítica[6] generadora de ideas, como una usina, un think tank[7] de propuestas, ha sido uno de los factores claves del fracaso, porque llegado el momento de la construcción de la estructura organizacional gubernamental, no había nada definido, y tuvieron que aceptar la imposición de un proyecto elaborado en La Paz.
Antecedentes históricos
En acuerdo político de los líderes políticos del Chaco con el Gobierno del MAS[8], en marzo de 2009, los tres Gobierno Municipales del Gran Chaco, Yacuiba y Villa Montes, aprueban el mismo día (04/03/09) en sus Concejos Municipales, tres Ordenanzas Municipales[9], en la que muestran su voluntad y decisión de optar por la conformación de la Autonomía Regional, establecida en la nueva Constitución, abandonando con eso, el acuerdo con Tarija de formar parte de la Autonomía departamental, a través de un Libro V, en el Estatuto Departamental.
Esta petición formal viabilizó que el Congreso Nacional, mediante Ley, convoque a un referéndum en la provincia del Gran Chaco por la Autonomía Regional, aunque todavía no estaban establecidas las reglas para el proceso de consolidación, a través de una Ley Reglamentaria.
La Ley Nº 4021 del 14 de abril del 2009, denominada, Ley del Régimen Electoral Transitorio, reguló el procedimiento, desarrollo, vigilancia y control del proceso electoral del referendo autonómico regional, fijada para el domingo 6 de diciembre del 2009.
La Pregunta del Referendo autonómico fue la siguiente: ¿Está usted de acuerdo que su provincia ingrese al régimen de la autonomía regional?
El domingo 6 de diciembre del 2009, todo el Chaco le dijo sí a la Autonomía Regional, con más del 84%.
Mediante la Ley Nº 002 del 5 de febrero del 2010, que convoca a elecciones de miembros de la Asamblea Regional de la Región Autónoma del Chaco Tarijeño para el 4 de abril del 2010; eligiéndose a 6 Asambleístas Regionales en forma igualitaria en Yacuiba, Caraparí y Villa Montes y 3 Asambleístas de los 3 Pueblos Indígenas Originarios.
La Ley N 017 del 24 de mayo del 2010, Ley Transitoria para el Funcionamiento de las Entidades Territoriales Autónomas, en los artículos 1-II y 14 al 17, regula la transición de la Administración Prefectural a la Autonomía Regional y las funciones de la Asamblea Regional.
La Ley Nº 031 del 19 de julio del 2010, Ley Marco de Autonomías y Descentralización, regula el régimen de autonomías por mandato del Artículo 271 de la Constitución Política del Estado y las bases de la organización territorial del Estado
El 6 de febrero de 2015, la Asamblea Regional, después de las observaciones subsanadas, presenta el Estatuto Regional aprobado mediante DINORE, al Tribunal Constitucional Plurinacional, para su Control de Constitucionalidad, emitiendo la Declaración respectiva, declarando la constitucionalidad y compatibilidad del Estatuto Autonómico del Gran Chaco.
El 20 de noviembre del 2016, es puesto el Estatuto Autonómico Regional del Gran Chaco, a consideración para su aprobación del pueblo chaqueño a través de referéndum, en el que el 72,4 % vota por el Si.
El 24 de abril de 2017, la Asamblea Regional, designa al ejecutivo seccional de desarrollo de Yacuiba, José Quecaña (MAS) como Ejecutivo Regional Transitorio del Chaco, como Máxima Autoridad Ejecutiva (MAE) del Gobierno Autónomo Regional del Gran Chaco.
El 3 de mayo de 2021, electo por voto popular directo, asume como ejecutivo regional, José Luis Abrego (MAS), elegido de manea directa, convirtiéndose en la primera autoridad del Gobierno Autónomo Regional, en asumir el cargo de esta manera, poniendo en vigencia de manera integral el Estatuto Regional.
Un Gran Sueño Frustrado y Malogrado Por Falta Visión
La autonomía política y administrativa en la gestión pública es, en esencia, una expresión del poder compartido y la autodeterminación de los municipios, regiones o entidades que buscan gestionar sus propios asuntos de acuerdo a sus realidades, particularidades y necesidades. El mexicano, Francisco Javier Carrillo[10], señala; "La autonomía política no es un fin en sí misma, sino un medio para la inclusión y el desarrollo sostenible."
Desde una perspectiva filosófica, la autonomía en la administración pública no solo es una estructura de gobierno, sino una manifestación de la dignidad humana y del derecho a la participación directa en las decisiones que afectan la vida cotidiana de una comunidad, con el fin de que, a través de este proceso, la vida de la gente, como resultado de su funcionamiento, viva mejor.
Este principio subraya que la gestión pública debe adaptarse a las realidades locales para ser eficaz, justa y verdaderamente representativa.
A continuación, voy a exponer lo que creo que todo proceso autonómico debería buscar como objetivo a materializar, en beneficio del ciudadano, y lo que el pueblo creyó que se materializaba, si apostaba por este proceso.
En un artículo específico a publicar después, voy a desglosar los tres núcleos del discurso que usó la clase política chaqueña del momento, para seducir y arrobar a la población chaqueña, y conseguir el apoyo aplastante.
1. Autonomía para mejorar la vida de los Chaqueños
§ La autonomía es una eficiente herramienta administrativa para lograr la atención eficiente y eficaz de las necesidades de los ciudadanos en un Estado. En la medida en que cada región o entidad autónoma tenga la capacidad de administrar sus recursos, puede planificar y ejecutar proyectos que beneficien directamente a su población, promoviendo una distribución más justa de los recursos.
§ El proceso administrativo se relaciona con la igualdad de oportunidades y el acceso equitativo a los beneficios que genera el Estado. Bajo un modelo de autonomía, cada entidad autonómica puede ajustar sus políticas y redistribuir los recursos de acuerdo con las necesidades particulares de sus ciudadanos, asegurando que el desarrollo económico y social esté alineado con el bienestar de sus miembros. Esto reduce las disparidades regionales y fomenta la equidad a nivel nacional. Rondinelli Dennis[11], señala: "Un sistema descentralizado ofrece la flexibilidad necesaria para adaptar las políticas a contextos y necesidades específicas."
2. Autonomía para Responsabilidad y Desarrollo Local Sostenido
§ La autonomía fomenta un desarrollo sostenible al permitir que cada comunidad planifique y gestione sus propios recursos de acuerdo con un enfoque a largo plazo. La administración autónoma permite a los ciudadanos controlar sus finanzas y destinar los ingresos a proyectos que respondan a sus verdaderas necesidades y prioridades, en lugar de depender de decisiones del gobierno central que pueden no considerar sus características únicas.
§ Este enfoque también promueve la responsabilidad en la gestión de recursos, ya que las autoridades locales son responsables de las consecuencias directas de sus decisiones y deben responder a la comunidad. Esto crea un incentivo para que las autoridades actúen con ética y responsabilidad, y permite una relación de transparencia que fortalece la confianza pública. Faranak Miraftab[12], afirma: "La descentralización efectiva es un paso hacia el empoderamiento de los ciudadanos en la toma de decisiones."
3. Autonomía y el Principio de Proximidad y Cercanía
§ El principio de proximidad establece que la toma de decisiones debe estar lo más cerca posible de los ciudadanos a los que afectan esas decisiones. La autonomía permite que las decisiones sean tomadas en el nivel local/regional, donde la comprensión de los problemas y las oportunidades es más profunda y legítimas, y donde las soluciones pueden ser más personalizadas y efectivas.
§ Por otro lado, la proximidad también fortalece el vínculo entre los gobernantes y la ciudadanía, haciendo que los funcionarios sean más accesibles y estén más comprometidos con las realidades locales. La toma de decisiones desde una cercanía mayor no solo mejora la eficiencia, sino que también promueve la transparencia, ya que los ciudadanos pueden observar y cuestionar el accionar de sus representantes de manera directa. Robert Putnam[13], señala: “La descentralización es el camino hacia el fortalecimiento de la democracia, al dar poder a los que tienen una voz débil en el gobierno central.”
4. Autonomía y el principio de subsidiariedad como articulación de distintos niveles de gobierno
§ Uno de los fundamentos filosóficos de la autonomía es el principio de subsidiariedad, que sostiene que una instancia mayor no debe asumir competencias que pueden ser eficientemente gestionadas por una instancia menor. La autonomía permite que las decisiones se tomen cerca de donde se originan los problemas y se manifiestan las necesidades, fomentando una respuesta más rápida y pertinente.
§ La subsidiariedad garantiza que las autoridades locales, que mejor conocen su contexto y sus recursos, tengan la capacidad de administrar y de planificar el desarrollo de acuerdo a sus propios valores y prioridades. Esta cercanía entre gobernante y gobernado propicia una mejor comprensión de las problemáticas y, por tanto, genera decisiones más ajustadas a la realidad local.
§ La subsidiariedad sugiere que la autonomía no solo debe aplicarse a un nivel local o municipal, sino que debe articularse de forma colaborativa entre los distintos niveles de gobierno: local, regional y nacional. Cada nivel de gobierno tiene un rol complementario en el diseño de políticas públicas y en la provisión de servicios, generando una red de apoyo mutuo que maximiza la eficiencia y evita la duplicidad de esfuerzos.
§ Esta visión de la subsidiariedad busca que las entidades autónomas actúen en conjunto, compartiendo conocimientos, recursos y estrategias, y contribuyendo a objetivos comunes. La coordinación entre niveles de gobierno permite optimizar el uso de los recursos y aumenta la eficiencia, ya que cada nivel asume competencias específicas sin menoscabar la independencia de los otros. Elinor Ostrom[14], señala: "La autonomía local no significa fragmentación, sino un fortalecimiento de la comunidad a través de la participación directa."
5. Autonomía y el Valor de la Autodeterminación
§ La autonomía también encarna el derecho a la autodeterminación de los pueblos y comunidades, un aspecto profundamente ligado a la libertad. La capacidad de una comunidad para autogobernarse refleja el respeto a su cultura, su historia y sus objetivos, sin imposiciones externas que puedan desvirtuar su identidad.
§ Desde esta perspectiva, la autonomía no solo es un medio para lograr una gestión pública más eficiente, sino también un fin en sí misma, que permite a los individuos y las colectividades vivir de acuerdo a sus propios principios y valores. Este autogobierno permite que cada comunidad contribuya a la construcción de una nación más plural y diversa, respetando y celebrando sus diferencias. Alexis de Tocqueville[15], dice: “El autogobierno local es el núcleo de la democracia.”
6. Autonomía y la Construcción de Ciudadanía
§ La gestión pública autónoma fomenta un mayor sentido de responsabilidad y de pertenencia en los ciudadanos, al invitarlos a participar activamente en la administración de su entorno. Al descentralizar el poder, la autonomía permite una relación más directa entre la administración y los ciudadanos, lo que facilita la rendición de cuentas y promueve una ciudadanía más activa y comprometida.
§ Desde un punto de vista filosófico, esto fortalece el sentido de ciudadanía, ya que los individuos se perciben no solo como sujetos gobernados, sino como coautores del desarrollo de su comunidad. Este tipo de participación activa en las decisiones que afectan la vida cotidiana de las personas es esencial para construir una sociedad democrática, equitativa y participativa. Francisco Pi i Margall[16], señala: “La autonomía es el reconocimiento de la identidad local dentro de la estructura estatal.”
7. Autonomía y la Eficiencia en la Gestión pública
§ La eficiencia es un objetivo clave de la autonomía. Cuando una entidad tiene el poder de decidir y administrar sus propios recursos, puede asignarlos de manera óptima según sus prioridades y en función de sus capacidades. La autonomía reduce las complejidades burocráticas y permite la toma de decisiones más ágiles y eficientes.
§ Además, la eficiencia en la administración autónoma también proviene de la competencia que surge entre los gobiernos subnacionales, que pueden innovar y desarrollar mejores prácticas que otras regiones pueden adoptar. Este dinamismo enriquece la administración pública en su conjunto y contribuye al crecimiento y la modernización de las instituciones. Manuel Castells[17], señala: “La descentralización no es solo una transferencia de recursos, sino de poder y responsabilidad.”
8. Autonomía y el balance entre libertad e interdependencia
§ Un elemento esencial de la filosofía de la autonomía es el balance entre libertad e interdependencia. La autonomía no implica aislamiento, sino que cada entidad se autogobierna en ciertos aspectos mientras participa activamente en un sistema nacional e interdependiente.
§ Esta relación plantea la necesidad de cooperación y coordinación para enfrentar desafíos comunes, como la seguridad, la salud y el medio ambiente. La autonomía, por tanto, requiere de un marco institucional que permita esta colaboración sin menoscabar la independencia administrativa. La interdependencia en la autonomía es, filosóficamente, una expresión de la libertad colectiva, donde cada entidad contribuye al bienestar común y recibe apoyo en sus áreas de necesidad.
9. La Autonomía como ejercicio de Libertad Responsable
§ La autonomía política y administrativa no es una garantía automática de eficiencia, sino un ejercicio de libertad responsable, que requiere de una ética de gestión transparente, inclusiva y comprometida con el bienestar de la comunidad. La autonomía debe ser ejercida con responsabilidad, ya que se convierte en un reflejo de la capacidad de autogestión y de madurez de una comunidad para resolver sus propios problemas y responder a sus desafíos.
§ En última instancia, la autonomía permite que las comunidades persigan su propia visión de desarrollo y prosperidad, manteniendo su identidad y control sobre sus recursos. Es un recordatorio de que el desarrollo debe responder a las personas que lo viven, quienes mejor que nadie entiende su propio contexto y destino. Así, la autonomía en la gestión pública es una oportunidad para hacer de la administración pública un espacio de servicio, responsabilidad y libertad colectiva.
10. Autonomía y Democracia Deliberativa
§ La democracia deliberativa es una forma de democracia en la cual las decisiones se toman a través de procesos de deliberación pública, donde los ciudadanos y representantes discuten y reflexionan sobre las políticas en un entorno de respeto mutuo y argumentación racional. La autonomía potencia la democracia deliberativa, ya que crea espacios en los que las comunidades pueden participar activamente en los asuntos públicos y en el diseño de políticas que afectan sus vidas.
§ Este modelo fortalece la legitimidad de las decisiones públicas, ya que los ciudadanos se sienten parte del proceso y son copartícipes en la construcción de políticas. En una estructura autonómica, la deliberación permite una mayor inclusión de voces diversas y crea un sistema en el que los ciudadanos no solo eligen, sino que colaboran y debaten activamente con sus representantes. Benjamin Barber[18], afirma: "El poder local está más cerca de los ciudadanos y, por lo tanto, debería reflejar sus deseos más que el poder central."
11. Resiliencia Institucional y Capacidad de Adaptación
§ La autonomía dota a las entidades locales de una mayor resiliencia institucional, ya que permite que las comunidades desarrollen su capacidad para enfrentar crisis y adaptarse a cambios imprevistos, como desastres naturales, crisis económicas o cambios demográficos.
§ Al contar con autonomía, una región puede responder de manera rápida y efectiva a los desafíos, sin esperar directrices del gobierno central que puedan llegar con retraso. La resiliencia institucional implica una autonomía que permita flexibilidad y capacidad de respuesta, donde las autoridades locales pueden adaptar las políticas públicas a las condiciones cambiantes, asegurando la continuidad y sostenibilidad de los servicios. Thomas Jefferson[19], advierte: "Sin autonomía local, los ciudadanos pierden el derecho de influir en el gobierno que los representa."
12. Identidad cultural y el valor de la diversidad
§ La autonomía es también una herramienta para preservar y promover la identidad cultural y la diversidad en un Estado. Cada comunidad tiene una identidad particular, una historia única y una forma de ver el mundo que se reflejan en sus costumbres, tradiciones y valores. Al permitir que cada región gestione sus propios asuntos, la autonomía respeta y preserva la riqueza cultural de cada comunidad, creando un espacio donde la diversidad puede florecer.
§ La diversidad es un valor en sí mismo dentro de una democracia pluralista y autonómica. En un Estado compuesto por múltiples culturas, lenguas y tradiciones, la autonomía permite que cada grupo se exprese y se desarrolle sin presiones uniformizantes. Así, la autonomía no solo es una cuestión administrativa, sino una expresión del respeto por la diversidad humana y cultural. David Harvey[20], dice: “La participación local crea comunidades fuertes y resilientes.”
13. Responsabilidad fiscal y Rendición de Cuentas
§ La autonomía implica también un alto grado de responsabilidad fiscal, en el que las entidades locales deben administrar sus propios recursos de forma sostenible y transparente. La gestión autónoma demanda un compromiso ético con la rendición de cuentas, ya que los gobiernos locales son directamente responsables de cómo administran los fondos y de los resultados de sus políticas.
§ La autonomía obliga a las autoridades locales a ser fiscalmente responsables, a optimizar el uso de los recursos y a justificar sus decisiones ante sus ciudadanos. Esto crea un sistema de control y evaluación que promueve la eficiencia y la sostenibilidad financiera, reduciendo el riesgo de corrupción y promoviendo un uso transparente de los fondos públicos. Pierre-Joseph Proudhon[21], señala: “El control de la administración a nivel local fortalece la identidad y la democracia.”
14. Sentido de Pertenencia y Cohesión Social
§ La autonomía fortalece el sentido de pertenencia de los ciudadanos hacia su región o comunidad, ya que les permite tomar decisiones alineadas con su identidad cultural, sus tradiciones y sus aspiraciones colectivas. Este sentido de pertenencia es clave para la cohesión social, pues fomenta el orgullo y el respeto mutuo entre los miembros de la comunidad.
§ La cohesión social es esencial para la estabilidad de una sociedad. Al permitir a las comunidades gestionar sus propios asuntos, la autonomía fomenta un ambiente en el cual cada persona se siente representada y respetada en sus diferencias, lo cual reduce las tensiones y promueve la convivencia pacífica entre distintos grupos sociales. Amartya Sen[22], dice: "La autonomía política es esencial para la expresión cultural y social de los pueblos."
15. Estabilidad Democrática y Reducción de Conflictos
§ La autonomía fortalece la estabilidad democrática al dar voz y poder a las comunidades para decidir sobre sus asuntos, evitando así el sentimiento de opresión o exclusión que puede surgir en sistemas excesivamente centralizados. Al descentralizar el poder, la autonomía mitiga el riesgo de que el gobierno central se perciba como autoritario o indiferente, lo cual reduce el potencial de conflictos y fomenta la paz social.
Al permitir que las comunidades gestionen sus recursos y resuelvan sus conflictos internos, se evita la acumulación de tensiones que puedan derivar en protestas o movimientos separatistas. La autonomía, en este sentido, actúa como un mecanismo de integración y estabilidad, donde cada región encuentra un equilibrio entre autogestión y participación en la unidad nacional. Donald Kettl[23], señala: "La descentralización fomenta la eficiencia administrativa y reduce los tiempos de respuesta ante problemas locales."
16. Preservación de la diversidad cultural y natural
§ La autonomía tiene un valor intrínseco en la preservación de la diversidad cultural, ya que permite a cada comunidad conservar y desarrollar sus propias costumbres, lenguas, prácticas y valores. En un Estado plural, la autonomía actúa como un marco que respeta y protege la singularidad de cada grupo, promoviendo una sociedad rica en diversidad y abierta a la inclusión.
§ También es un instrumento esencial para la conservación del medio ambiente. Las regiones con autonomía pueden aplicar políticas de protección de los recursos naturales y de sostenibilidad ambiental según sus características y desafíos ecológicos particulares. Al adaptar las políticas de preservación ambiental a sus necesidades específicas, la autonomía contribuye a un desarrollo sostenible que respeta la biodiversidad y los ecosistemas locales. David Held[24], señala: "La autonomía política en las regiones ayuda a promover la diversidad cultural y fortalecer la identidad local."
¿Por qué Fracaso? ¿Nació muerto? ¿Cuáles son los Factores y Circunstancias que Determinaron su Fracaso?
La aspiración a consolidar el modelo de gobierno y administración de la autonomía regional en el Gran Chaco, ha sido una demanda muy potente y fuerte encarnada en a la sociedad chaqueña, en especial en su élite hegemónica histórica, con el objetivo claro de mejorar la administración y representación de los intereses locales.
Eso lo muestra de manera clara la Resolución de Directorio de Codetar Nº 16/83, que no solo establece la definición del 45 %, sino la creación de una instancia de planificación, como así también la dirección y orientación del destino de los recursos. El objetivo principal, construir una base productiva con base en la vocación del Chaco.
Sin embargo, después de la puesta en marcha, a 14 años, se percibe como un proyecto fallido, incapaz de alcanzar sus objetivos de fortalecer la región ni de generar una gobernanza eficaz y representativa.
A continuación, exploro en profundidad los factores críticos que explican este fracaso en términos de resultados y construcción institucional, y los elementos políticos, sociales y administrativos que han afectado su implementación.
1. Ausencia total de un Proyecto Político Socioeconómico de Región tutelar, cohesionador, ordenador y articulador
A mi juicio, este factor ha sido la principal debilidad y error que observé y advertí con vehemencia desde el inicio del proceso. Nunca hubo, aunque sea un esbozo mínimo de lo que se buscaba construir institucionalmente, como alternativa a la vieja, obsoleta, pesada, ineficiente y dependencia ciega a Tarija de la Subprefectura y Corregimientos Mayores.
Nunca se ha construido, menos discutido y debatido, un modelo de gobierno institucional a construir con la autonomía provincial primero, luego regional. La ambición, codicia y avaricia por el manejo del dinero público, tuvo más peso que lo que proponía como tema central de debate. Cuando hice la advertencia pública de los riesgos y el camino equivocado que se tomaba, Intentaron por todos los medios acallarme, e inmediatamente fui apartado, para luego ser combatido ferozmente por los medios de comunicación, mediante una dura campaña sucia y desvergonzada.
Recuerdo que con algunos de los líderes políticos conversé informalmente sobre mi posición, les expliqué con detalle estos fenómenos políticos, tomando como referencia análoga de algunos episodios similares, guardando las diferencias, distancias, magnitud y contextos. Les hice la comparación del proceso de construcción del Estado nacional moderno de Reino Unido - Estados Unidos y la Revolución Francesa.
2. La Autonomía Regional, Nació sobre el Viejo Diseño y Modelo Institucional de la Prefectura Cambiándole de Nombre y Ampliando la Burocracia
Lamentablemente, se cumplió exactamente lo que advertía de manera insistente y repetida, que al no haber un proyecto básico ordenador y articulador, lo que ocurriría por urgencia, es que a la vieja estructura precedente se le cambiaría de nombre y se le añadiría algunos accesorios para dar la apariencia de nuevo, pero que en el fondo, sería lo mismo.
En los hechos, el Gobierno Regional, con tres cabezas, uno en cada municipio, se han convertido en gobiernos paralelos de los gobiernos municipales, asumiendo las mismas competencias en el territorio, duplicando esfuerzos.
Ha desaparecido completamente el Gobierno Regional y se ha reducido a ser gobiernos paralelos a los municipales, con lógicas territoriales municipales.
Al no haber un proyecto que una la región, paradójicamente, la Autonomía regional, lo que produjo una mayor división entre los municipios, desnudando que nunca existió una unidad real en torno a una visión de futuro, sino una forzosa articulación temporal, para lograr el objetivo mayor.
Lo lamentable es que el diseño definido y establecido en el Estatuto, ha inviabilizado la construcción de la Autonomía. Es por eso que el proceso de consolidación llegó hasta la aprobación del Estatuto, y no paso de ahí.
El gran error fue trasladar el modelo prefectural, al nuevo autonómico regional, e instituir que los tres ejecutivos sean elegidos por voto popular directo, estableciendo tres cabezas asentadas en la legitimidad de igual condición, haciendo que en la práctica los tres, se encuentren en el mismo nivel y capacidad política. Este hecho ha impedido que se pueda generar un espacio de articulación regional. Ocurrió exactamente al revés.
Sobre el Gobierno Regional, había tres opciones muy interesantes que resolvían el problema de las posiciones duras de elegir directamente a cada ejecutivo en cada municipio. Falto liderazgo y capacidad de negociación para concertar un modelo nuevo que permita cumplir el sueño de neutros padres, de construir una base productiva de desarrollo sostenible diversificada.
3. Carencia de liderazgo comprometido y capacitado
El éxito de un proceso autonómico depende en gran medida del liderazgo comprometido y capaz de guiar la transformación institucional. En el caso del Gran Chaco, los líderes locales mostraron en muchos casos una falta de capacidad de dirección y compromiso con los principios de la autonomía, priorizando agendas personales o de corto plazo sobre el interés colectivo y el desarrollo sostenible de la región. Añadido a esto, la limitada preparación técnica y política de algunos líderes dificultó la implementación de políticas públicas efectivas, ya que carecían de una visión amplia y estratégica de la autonomía.
La falta de liderazgo también se tradujo en una deficiente gestión del capital humano y en una baja capacidad para atraer y retener talento dentro de las instituciones regionales. Esto generó que la administración autónoma fuera vista como un espacio de burocracia ineficiente en lugar de una entidad dinámica capaz de liderar el desarrollo regional.
4. Falta de visión estratégica y planificación a largo plazo
Este es uno de los grandes problemas que ha tenido el proceso. El modelo de la Autonomía Regional careció de una visión estratégica clara que orientara el desarrollo sostenible y el crecimiento de la región. Las decisiones en el Gran Chaco se tomaron en muchos casos sin un análisis profundo de las necesidades futuras ni de los recursos necesarios para lograr un crecimiento sostenido. Sin un plan de desarrollo a largo plazo, las políticas implementadas fueron, en su mayoría, reactivas y dependientes de las coyunturas políticas.
La ausencia de una planificación sólida limitó el potencial de la Región para atraer inversiones, diversificar su economía y fortalecer sus capacidades locales. En lugar de una agenda orientada al desarrollo, el proyecto autonómico se caracterizó por una serie de políticas desarticuladas y de corto plazo, que resultaron en una falta de progreso real y en la pérdida de oportunidades de desarrollo.
Al no existir un proyecto común de futuro, ha facilitado que cada unidad municipal, decida su futuro de manera unilateral y de espaldas a su hermana, generando un propicio espacio para la improvisación, el despilfarro y la corrupción. Este ha desordenado completamente el proceso de ejecución, y los resultados son los que se ven en este momento, una región desarticulada y más desunida que antes, al no existir una razón articuladora, excepto el dinero.
5. Falta de claridad en el diseño normativo y legal
Desde el inicio, el marco normativo que regula la autonomía regional fue ambiguo, como también contradictorio. La Ley Marco de Autonomías y Descentralización (Ley Nº 031) planteó una estructura que permitía ciertas formas de autogobierno, pero sin definir con precisión los alcances y límites competenciales. En el caso de la Región Autónoma del Gran Chaco, esta falta de claridad generó una confusión en la asignación de responsabilidades entre los niveles de gobierno regional, departamental y nacional, lo que debilitó la capacidad de la región para actuar con autonomía real.
Además, la normativa no estableció mecanismos claros para la fiscalización ni la toma de decisiones efectivas, lo que favoreció una estructura dependiente y vulnerable a la injerencia externa, especialmente del gobierno departamental y nacional. Esta ambigüedad limitó las aspiraciones de autogobierno y generó conflictos jurisdiccionales que dificultaron la construcción de una institucionalidad fuerte y legítima.
6. Debilidad en la construcción institucional
La Autonomía Regional requería la creación de instituciones sólidas y competentes capaces de asumir responsabilidades gubernamentales de forma autónoma. Sin embargo, en el Gran Chaco, el proceso de construcción institucional estuvo plagado de debilidades estructurales. La falta de personal capacitado, la ausencia de una cultura administrativa orientada a la rendición de cuentas y la escasa infraestructura institucional impidieron que la región pudiera implementar de manera efectiva sus competencias.
Además, los recursos humanos en la región fueron limitados, lo que derivó en una administración pública que dependía excesivamente de agentes externos o de personas con conocimientos insuficientes para implementar políticas públicas complejas. Esta debilidad institucional resultó en una burocracia ineficiente, incapaz de responder adecuadamente a las demandas ciudadanas y de ejecutar proyectos con impacto real en la calidad de vida de los habitantes del Gran Chaco.
7. Limitaciones financieras y dependencia económica
La autonomía regional no logró el acceso a una financiación adecuada e independiente de las regalías del 45 %, que era fundamental para una gobernanza autónoma. A pesar de los ingresos provenientes de la explotación de hidrocarburos, que inicialmente generaron expectativas de un financiamiento significativo, la región quedó subordinada a los recursos asignados por el gobierno central. La distribución de recursos financieros y regalías no fue efectiva ni suficiente para sostener un modelo autónomo de gobernanza, especialmente cuando se enfrentó a la fluctuación de los precios internacionales del gas y el petróleo.
Esta dependencia financiera debilitó el poder de decisión de la región y la hizo más vulnerable a las presiones políticas, tanto del gobierno nacional como del gobierno departamental. En la práctica, la falta de un financiamiento sostenible y la imposibilidad de generar ingresos propios limitó la capacidad de la autonomía regional para actuar como una entidad verdaderamente independiente.
8. Interferencias políticas y centralismo persistente
El proyecto de autonomía en el Gran Chaco fue, en gran medida, instrumentalizado por intereses políticos nacionales, con el fin de beneficiar a los intereses políticos partidarios del MAS, que requería debilitar el departamento de Tarija, para someterlos a sus intereses. En lugar de ser una oportunidad para la descentralización efectiva, la autonomía fue utilizada frecuentemente como un recurso para fortalecer alianzas políticas y garantizar lealtades en la región. Esto llevó a una fuerte injerencia y manoseos externos en los asuntos internos de la región, debilitando el concepto de autogobierno.
El que toda la élite política chaqueña se haya entregado al MAS, ha sido un grave error estratégico y táctico, y al no darse cuenta de los objetivos del Gobierno, se han convertido en baratos peones del tablero del juego, en el que el MAS ganó se quedó con todo.
El centralismo persistente y arraigado en Bolivia, donde el poder tiende a concentrarse en el gobierno nacional, dificultó que el Gran Chaco pudiera actuar con autonomía genuina. La intervención del gobierno central en la toma de decisiones clave para la región y la continua subordinación a las autoridades departamentales y nacionales impidieron que la autonomía regional se consolidara como un espacio de independencia y autogestión real.
9. Conflictos internos y falta de cohesión política y social
A nivel local, los conflictos internos entre municipios y líderes de la región del Gran Chaco también jugaron un papel en el fracaso de la autonomía. La región, integrada por los municipios de Yacuiba, Caraparí y Villa Montes, experimentó rivalidades y desconfianza entre sus propios líderes, lo que obstaculizó la coordinación de esfuerzos y la definición de objetivos comunes. Esta falta de cohesión hizo que el proyecto de autonomía se convirtiera en una lucha por el poder, antes que en un esfuerzo de colaboración y desarrollo regional.
La falta de una identidad política regional fuerte y de un liderazgo unificado debilitó la capacidad de la región para aprovechar los beneficios de la autonomía. La visión fragmentada entre los municipios socavó el sentido de pertenencia y la voluntad de trabajar en conjunto, lo que resultó en una gobernanza ineficaz y proyectos de desarrollo inconexos.
El que existan ahora tres ejecutivos electos por voto popular en cada municipio, dificulta en gran manera la coordinación entre los mismos, porque no hay una agenda regional., sino la priorización de una local.
10. Expectativas elevadas y desilusión ciudadana
La autonomía fue promovida con grandes expectativas de mejora en la calidad de vida y en la capacidad de autogobierno. Sin embargo, la falta de resultados tangibles y la persistencia de problemas estructurales generaron un profundo desencanto entre la población. La percepción de que la autonomía regional no trajo beneficios concretos debilitó el apoyo ciudadano y erosionó la legitimidad del proyecto.
Los promotores, con el fin de asegurar el apoyo de la ciudadanía, han realizado promesas mágicas, que por supuesto racionalmente rayaban en lo absurdo y falso. Al creer la ciudadanía, los postulados, proporcionalmente al respaldo, generó un desencanto enorme, que en este momento la frustración, la rabia y el desprecio por los patrocinadores, es muy evidente.
La desilusión ciudadana también se reflejó en una falta de participación en procesos de decisión, ya que los ciudadanos comenzaron a ver a la autonomía como un esquema más de administración burocrática y de beneficio de los políticos, sin un impacto real en sus vidas. La desconexión entre los dirigentes autonómicos y las demandas de la ciudadanía contribuyó a agravar la crisis de legitimidad y a consolidar la percepción de fracaso del proyecto.
11. Inestabilidad política y falta de continuidad en las políticas públicas
La autonomía regional del Gran Chaco se vio afectada por la inestabilidad política tanto a nivel nacional como local. Los frecuentes cambios de gobierno y la rotación en los cargos de liderazgo regional generaron un entorno de inestabilidad que perjudicó la continuidad de las políticas públicas y el desarrollo de proyectos de largo plazo. Cada cambio de administración trajo consigo un cambio de prioridades, proyectos inconclusos y el reemplazo del personal, lo cual fragmentó la continuidad en la construcción de una institucionalidad sólida.
Esta inestabilidad también generó desconfianza entre la ciudadanía, ya que los vecinos percibieron que las instituciones autonómicas no ofrecían soluciones sostenibles ni beneficios consistentes en el tiempo. La falta de continuidad en la agenda autonómica debilitó la legitimidad del proyecto, al no cumplir con las expectativas de cambio estructural que se promovieron inicialmente.
12. Escasa participación y empoderamiento ciudadano
La autonomía regional debería implicar una mayor participación de la ciudadanía en la toma de decisiones. Sin embargo, en el Gran Chaco, se observó una limitada inclusión de la sociedad civil en el proceso autonómico, lo que resultó en una desconexión entre las instituciones y las necesidades reales de la población. Este problema se originó en una combinación de factores, como la falta de mecanismos efectivos de participación, la falta de información pública accesible y una cultura política que en muchos casos desincentiva la participación activa.
La limitada participación ciudadana debilitó la capacidad de la autonomía para actuar como un espacio verdaderamente representativo de los intereses locales. Sin el apoyo y la supervisión de la sociedad civil, las instituciones autonómicas operaron en un ambiente de escasa rendición de cuentas, lo que fomentó la ineficiencia y redujo la capacidad de respuesta ante los problemas de la comunidad.
13. Influencias externas y presión de intereses económicos
La región del Gran Chaco es rica en recursos naturales, especialmente en hidrocarburos, lo que ha atraído a grupos de poder e intereses económicos externos que han buscado influir en las decisiones regionales. Esta presión ha generado un entorno donde los intereses económicos ajenos a la región pueden imponer su agenda y condicionar el rumbo del desarrollo local. Estos intereses frecuentemente priorizan la explotación de recursos sobre el bienestar de la población y la sostenibilidad ambiental, lo cual va en contra de los principios de un modelo autonómico orientado al desarrollo regional.
La injerencia de estos intereses económicos también ha afectado el proceso de planificación, desviando recursos y limitando la capacidad de la autonomía para implementar políticas de desarrollo diversificado. Como resultado, la región ha quedado dependiente de actividades extractivistas y vulnerables a las fluctuaciones de los precios de los recursos, afectando su autonomía económica y la sustentabilidad a largo plazo.
14. Falta de integración regional y coordinación entre municipios
La autonomía regional en el Gran Chaco incluía a los municipios de Yacuiba, Villa Montes y Caraparí, los cuales debían coordinarse y actuar de manera conjunta para llevar a cabo una gestión efectiva. No obstante, en la práctica, estos municipios enfrentaron dificultades para trabajar de forma coordinada debido a intereses divergentes y conflictos históricos, lo que impidió una integración regional real. Cada municipio priorizó sus propios intereses, dejando de lado los beneficios de la cooperación y generando duplicidades o ineficiencias en la administración de recursos y en la ejecución de proyectos.
La falta de integración se tradujo en una fragmentación de la agenda regional, impidiendo que la autonomía se consolidara como un proyecto cohesivo. Esta situación debilitó la imagen de la autonomía y redujo su capacidad para enfrentar de manera unida los desafíos comunes de la región, como la inversión en infraestructura y la generación de empleo.
15. Deficiencias en la transparencia y rendición de cuentas
Una de las mayores críticas al modelo de autonomía regional en el Gran Chaco ha sido la falta de transparencia en el manejo de los recursos y la rendición de cuentas ante la ciudadanía. Sin mecanismos efectivos de supervisión y auditoría, la autonomía regional se convirtió en un espacio vulnerable a la corrupción y a la malversación de fondos, lo cual erosionó la confianza pública y redujo la capacidad de la autonomía para ejecutar proyectos con impacto positivo en la comunidad.
La ausencia de un sistema de transparencia robusto limitó la capacidad de la ciudadanía para monitorear el uso de los recursos, generando un ambiente de opacidad que fue aprovechado por algunos funcionarios para intereses personales. Esta falta de transparencia no solo debilitó la legitimidad del proyecto autonómico, sino que también obstaculizó el desarrollo de una cultura de gestión pública eficiente y orientada al bien común.
16. Desconocimiento de las potencialidades locales y falta de planificación estratégica
La autonomía regional también fracasó en capitalizar las potencialidades propias de la región del Gran Chaco debido a la falta de estudios técnicos y de planificación estratégica. La región cuenta con recursos naturales, una ubicación geográfica estratégica y una cultura rica y diversa, pero la ausencia de políticas enfocadas en desarrollar estos activos limitó las oportunidades de crecimiento.
El modelo autonómico se enfocó excesivamente en la gestión de los recursos de hidrocarburos y en la relación con el gobierno central, sin desarrollar una visión integral del desarrollo que incluyera la diversificación económica, la inversión en educación y capacitación local, y el aprovechamiento de la ubicación geográfica de la región. Este enfoque limitado debilitó la capacidad de la autonomía para generar un desarrollo sostenible y reducir la dependencia de sectores económicos volátiles.
17. Ausencia de políticas inclusivas y enfoque en sectores vulnerables
Otro factor que contribuyó al fracaso de la autonomía regional fue la falta de políticas inclusivas orientadas a atender las necesidades de los sectores más vulnerables de la población. La autonomía no logró crear un modelo de desarrollo que incluyera a las comunidades indígenas, campesinas y a los sectores económicamente marginados, lo que profundizó las desigualdades existentes en la región.
Al no incluir a estos sectores en el diseño e implementación de políticas, el proyecto autonómico se percibió como un modelo que favorecía a ciertos grupos de poder y que no representaba los intereses de la mayoría de la población. Esta exclusión generó un sentimiento de desconfianza hacia la autonomía y un descontento social que limitó el apoyo popular necesario para que el proyecto tuviera un impacto transformador en la región.
18. Ausencia de una cultura de planificación y monitoreo
La autonomía requiere de una cultura institucional que valore la planificación a largo plazo y el monitoreo continuo de los resultados. Sin embargo, en el Gran Chaco, esta cultura no se ha desarrollado adecuadamente. Las decisiones de inversión y gestión se han basado en criterios de corto plazo, a menudo sin estudios técnicos o evaluaciones de impacto. Esto ha generado proyectos de baja calidad, mal planificados y con escasa sostenibilidad, los cuales no han cumplido con las expectativas de desarrollo de la región.
La falta de una cultura de monitoreo y evaluación también ha impedido identificar oportunamente los errores y realizar ajustes en las políticas públicas, lo cual ha afectado la capacidad de la autonomía para aprender de sus propios errores y mejorar su gestión a lo largo del tiempo.
19. Deficiencia en la coordinación con el Gobierno Central
La relación entre los gobiernos autonómicos y el Gobierno Central ha sido compleja y, en muchos casos, conflictiva, por la característica autoritaria y vertical del MAS. A pesar de tener autoridades electas por voto popular, todas se han sometido completamente a la voluntad e intereses del Gobierno Central, pues este ha mantenido una tendencia a centralizar el poder y los recursos, limitando la autonomía financiera y administrativa de las regiones. Esto ha debilitado la capacidad de los gobiernos regionales del Gran Chaco para implementar sus propias políticas y depender menos de la política nacional.
Además, la falta de un marco claro de coordinación intergubernamental ha generado conflictos y duplicación de esfuerzos en la provisión de servicios públicos. Las fricciones políticas entre autoridades nacionales y regionales han obstaculizado el avance de proyectos estratégicos y han afectado la estabilidad del sistema autonómico.
20. Burocracia excesiva y lentitud en los procesos
La autonomía regional, al estar partida en tres, ha enfrentado una sobrecarga burocrática que ha ralentizado los procesos administrativos y dificultado la gestión ágil de los recursos y proyectos. La falta de procedimientos simplificados y de personal capacitado en gestión pública ha generado una burocracia ineficiente, en la que los procesos de toma de decisiones y ejecución de proyectos se ven afectados por trámites lentos y complicados.
Esta burocracia ha desalentado la inversión privada y la colaboración con otros actores de la sociedad civil, al percibirse como una administración poco eficiente y difícil de navegar. La falta de incentivos para mejorar la eficiencia interna ha hecho que la burocracia permanezca inalterada, afectando la percepción y efectividad de la autonomía.
21. Desigualdad territorial y disparidades entre municipios
La región del Gran Chaco está conformada por varios municipios con distintas capacidades económicas, geográficas y poblacionales, lo que ha generado una desigualdad territorial significativa. Municipios como Yacuiba, Villa Montes y Caraparí tienen diferentes niveles de desarrollo, y los más grandes suelen concentrar la mayor parte de los recursos y servicios, generando resentimientos y rivalidades entre las comunidades.
La falta de una estrategia de desarrollo que considere estas disparidades ha provocado que los municipios más pequeños y menos desarrollados no reciban los mismos beneficios, profundizando las brechas de desarrollo y afectando la cohesión regional. Esta situación ha contribuido al fracaso de la autonomía, al generar divisiones internas y al debilitar el compromiso colectivo con el proyecto autonómico.
22. Desconexión con las expectativas y valores culturales de la población
La autonomía regional no ha logrado conectar con las expectativas y valores culturales de la población chaqueña, lo cual ha generado una percepción de que el modelo autonómico es una imposición más que una opción propia de autogobierno. La identidad cultural de la región, caracterizada por un fuerte sentido de pertenencia y tradiciones propias, no ha sido plenamente integrada en el diseño y ejecución del proyecto autonómico.
Este desajuste ha afectado la legitimidad de la autonomía, ya que muchos habitantes sienten que el modelo no refleja sus aspiraciones ni responde a sus necesidades locales. La desconexión entre las instituciones autonómicas y la cultura local ha debilitado el sentido de pertenencia hacia la autonomía, limitando la participación ciudadana y la defensa de este modelo de autogobierno.
23. Falta de incentivos para la profesionalización y capacitación del personal
Las instituciones autonómicas en el Gran Chaco han carecido de políticas efectivas para la capacitación y profesionalización de su personal, lo cual ha afectado la calidad de la gestión pública. Sin programas de formación continua, el personal administrativo y técnico carece de las habilidades necesarias para enfrentar los desafíos del autogobierno, como la planificación estratégica, la gestión de recursos, y el diseño de políticas efectivas.
La ausencia de incentivos para la profesionalización ha resultado en una administración pública con bajos niveles de competencia técnica, lo cual afecta la ejecución de proyectos y la provisión de servicios. La falta de personal capacitado ha reducido la capacidad de la autonomía para implementar políticas efectivas y generar confianza en la población.
24. Dificultades para atraer y retener inversiones privadas
El desarrollo económico del Gran Chaco se ha visto obstaculizado por la dificultad de atraer y retener inversiones privadas que impulsen el crecimiento. La autonomía regional no ha logrado desarrollar un entorno atractivo para la inversión debido a la inestabilidad política, la burocracia y la falta de una infraestructura adecuada. La dependencia en recursos naturales, como los hidrocarburos, ha desincentivado la diversificación económica y la creación de un ecosistema de negocios dinámico.
Sin inversión privada significativa, la región ha quedado limitada en su capacidad para generar empleo, mejorar la infraestructura y elevar el nivel de vida de sus habitantes. La falta de incentivos fiscales, junto con la percepción de inseguridad jurídica, ha llevado a que los inversores potenciales prefieran otras regiones, lo que ha debilitado el potencial de la autonomía para impulsar el desarrollo local.
25. Falta de innovación en modelos de gobernanza y participación
La autonomía regional en el Gran Chaco no ha incorporado modelos innovadores de gobernanza que permitan una mayor participación ciudadana y una gestión más transparente. En un contexto donde la confianza en las instituciones es baja, la implementación de mecanismos de gobernanza abierta, como consultas populares, presupuestos participativos y auditorías ciudadanas, habría ayudado a fortalecer la relación entre las instituciones autonómicas y la sociedad civil.
La falta de innovación en la gobernanza también ha impedido la adaptación de la autonomía a las necesidades cambiantes de la región. La ausencia de prácticas modernas de administración y participación ha contribuido a una percepción de estancamiento y falta de visión, afectando la imagen de la autonomía como un modelo de autogobierno moderno y efectivo.
26. Dependencia de los ingresos de hidrocarburos sin desarrollo de alternativas económicas
La economía del Gran Chaco se ha basado tradicionalmente en los ingresos provenientes de los hidrocarburos, específicamente del 45 % del 11% de las regalías departamentales, lo que ha creado una dependencia insostenible que afecta la autonomía económica de la región. Esta dependencia ha generado una falta de interés en desarrollar sectores económicos alternativos, como el turismo, la agricultura o la industria, que podrían diversificar la economía y reducir la vulnerabilidad ante las fluctuaciones del mercado de hidrocarburos.
La falta de una estrategia para la diversificación económica ha limitado las posibilidades de crecimiento y de generación de empleo en la región, afectando su capacidad para avanzar en el autogobierno y la autosuficiencia económica. La dependencia en un recurso volátil también ha hecho que la región sea vulnerable a la inestabilidad económica y fiscal, debilitando la sostenibilidad del modelo autonómico.
27. Problemas de comunicación y sensibilización sobre la autonomía
Finalmente, uno de los factores que ha contribuido al fracaso de la autonomía en el Gran Chaco es la falta de una estrategia efectiva de comunicación y sensibilización. La ciudadanía no siempre ha entendido claramente los beneficios y objetivos de la autonomía regional, lo que ha generado una percepción negativa y la falta de apoyo popular. Sin una comunicación efectiva, las instituciones autonómicas no han logrado explicar cómo la autonomía puede beneficiar directamente a la población.
La falta de sensibilización también ha impedido que la autonomía se convierta en un proyecto colectivo, limitando la participación ciudadana y el compromiso con el autogobierno. Esta desconexión entre las instituciones y la ciudadanía ha contribuido a un fracaso en la legitimación del proyecto autonómico y ha afectado su viabilidad a largo plazo.
Mi Conclusión: El Fracaso se debe a múltiples factores estructurales
El fracaso de la Autonomía Regional en el Gran Chaco es un fenómeno complejo que involucra tanto factores internos como externos, responde a una combinación multifacética de elementos claves y factores estructurales, políticos, económicos, administrativos y sociales, que han complejizado su implementación, como esperaban los chaqueños.
La ausencia de un proyecto de Región, la falta de un diseño gubernamental institucional que responda a la aspiración y realidad del Chaco, la falta de claridad normativa, la debilidad institucional, la dependencia financiera, la interferencia política, los conflictos internos, las altas expectativas no cumplidas y la carencia de una visión estratégica conjunta han impedido que el proyecto autonómico se traduzca en una mejora real en la gobernanza y en la calidad de vida de los chaqueños. Boaventura de Sousa Santos[25], señala: "La autonomía es el derecho de las comunidades a organizarse y tomar decisiones conforme a sus propias normas y costumbres."
Para superar estos desafíos, es necesario revisar y ajustar de manera estructural el diseño gubernamental institucional, el marco de autonomía, fortaleciendo las competencias y capacidad legislativa, y la financiación de la región. También es esencial fomentar una cultura de gobernanza local orientada a la transparencia y a la participación ciudadana, y promover una mayor cohesión entre los actores locales para construir un proyecto de autonomía que responda verdaderamente a las necesidades y aspiraciones de la población del Gran Chaco. Sin estos cambios, profundos necesarios y urgentes, la Autonomía Regional continuará siendo una promesa no cumplida y un reflejo de los desafíos estructurales que enfrenta todavía el Chaco y el País, en su camino hacia una autonomización territorial efectiva.
Este proyecto, que en teoría debía empoderar a la Región del Gran Chaco al nivel de los Departamentos y fomentar un modelo de desarrollo sostenible, se ha visto afectado por la falta de una clara visión estratégica y compromiso de los líderes con el futuro y la historia. Por eso, Ed Connerley[26], afirma que; "La descentralización se convierte en un instrumento de desarrollo cuando los gobiernos locales están bien equipados y capacitados."
Porque son los líderes, los que forman parte de la élite política, los que forman parte del vértice superior de la pirámide social, son los que definen la ruta de la historia, y no así la clase media o la masa. Ellos son los únicos responsables del fracaso o éxito de una sociedad, del progreso, estancamiento o atraso.
Para corregir el rumbo, es necesario rediseñar el modelo autonómico, fomentando una institucionalidad más sólida, transparente y orientada a la inclusión social. Este rediseño, al margen de lo mencionado, debe incluir una planificación estratégica que aproveche los recursos locales y fomente por sobre todo la diversificación económica del campo económico productivo privado, haciendo que el Estado no sea un actor principal del desarrollo, sino un eficiente facilitador, un promotor, incentivador, así como mecanismos que garanticen la rendición de cuentas y reduzcan la injerencia política externa.
Además, esto es muy importante, la autonomía debe promover una participación activa de la ciudadanía (lo que no ha sucedido), consolidando una identidad regional autonómica propia que permita superar los conflictos internos y actuar de manera coordinada para alcanzar un desarrollo integral y sostenible. Solo mediante estas reformas profundas se podrá rescatar la Autonomía Regional como una herramienta viable para el desarrollo y el bienestar de los habitantes del Gran Chaco.
Pero la triste realidad es que, ninguno de los tres Ejecutivos[27] actuales ha mostrado algún interés por el proceso, pues ninguno de ellos ha planteado un escenario o espacio de debate y análisis del proceso, con el fin de hacer una evaluación y consensuar una ruta, ante la crisis sobreviniente. Jorge Martínez-Vázquez[28], señala que: "Una descentralización sin respaldo financiero sólido puede llevar al fracaso de las autoridades locales."
Su única preocupación ha sido siempre el gasto en asuntos municipales localistas menores, y el uso propagandístico personal de la institución para la reproducción del poder. Han pasado cuatro años, y se ha desaprovechado una gran oportunidad. [29]Gustavo Esteva, sostiene: "La autonomía no es sólo el derecho a decidir, sino el derecho a construir el propio destino."
Por otro lado, mucho menos la Asamblea Regional, que, en sus tres versiones, estuvo siempre extraviada del proceso.
El geógrafo británico Robert J. Bennett[30], tiene una frase lapidaria, oportuna y muy significativa, que les dejo para la reflexión, sobre lo que expresé en esta breve reflexión sobre el proceso autonómico en el Gran Chaco: El éxito de la descentralización se mide por la capacidad de los gobiernos locales de satisfacer las necesidades de sus comunidades."
Yacuiba, 9 de noviembre de 2024
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Yacuiba – Gran Chaco – Bolivia
[1] Es especialista, Estratega y Asesor en Gestión Pública, Gobierno, Imagen, Media Training y Comunicación Política.
[2] Muchacho hábil, sagaz, adiestrado, valiente, inteligente y buen conocedor de los caminos, que, montado en la marucha o yegua madrina, guía por un camino escarpado y accidentado a una manada de ganado caballar o vacuno, que es trasladado de un lugar a otro con condiciones mejores para los animales. Es el responsable del animal que hace de cabeza y guía en el arreo de traslado, sea montado sobre él o llevándolo de tiro.
Esta práctica casi ha desaparecido por completo, con la mejora considerable de condiciones de pastoreo, caminos y comunicación, por lo que ya no es necesario movilizar a la tropa de esa forma.
[3] Liberal, libertario, minarquista.
[4] Carlos Brú de Yacuiba, Rubén Vaca de Villa Montes y Ermas Pérez de Caraparí.
[5] Willman Cardozo, diputado uninominal por el Chaco.
[6] Viendo la debilidad estructural que existía en el Chaco, de la existencia un grupo de intelectuales que sistematice ideas que le den cuerpo teórico y marco referencia de implementación al proceso autonómico en ciernes, es que muchas veces les he planteado la organización de este grupo multidisciplinario, pero nunca fue prioridad para ellos en ese momento, y no se pudo conformar a pesar de los esfuerzos e intentos.
[7] Un think tank es un grupo de expertos que investiga y analiza temas de política, economía, cultura, tecnología, militar o sociales, y que ofrece ideas y asesoramiento sobre ellos. La traducción literal del término inglés es "tanque de pensamiento".
Los think tanks se caracterizan por:
· Ser organizaciones de carácter político
· Estudiar los problemas sociales para proponer soluciones políticas
· Tener una orientación ideológica, más o menos evidente, ante la opinión pública
· Producir y transmitir información y conocimiento
· Generar ideas
· Crear y sostener espacios abiertos para el debate y la deliberación
Los think tanks pueden estar vinculados o no a partidos políticos, grupos de presión o lobbies. Su papel es concienciar al ciudadano de su responsabilidad en la política, y a los políticos de su responsabilidad para con la sociedad.
[8] Hay que recordar que el Gobierno del MAS, se opuso a brazo partido a la Autonomía, denunciando como separatismo y se produjo una crisis política como consecuencia de esta disputa por la hegemonía política Autonomía – Centralismo. Los lideres políticos del Chaco, apoyaban a la Media Luna levantando las banderas de al Autonomía. El MAS se dio cuenta que no podía con esa agenda y decide sumarse al proceso y encabezarla. Los lideres del Chaco abandonan el bloque de la Media Luna y se pasan a filas de MAS.
[9] Yacuiba, Ordenanza Municipal Nº 018/2009; Caraparí, Ordenanza Municipal Nº 003/2009; Villa Montes, Ordenanza Municipal Nº 10/2009, del 04 de marzo del 2009.
[10] Francisco Javier Carrillo, académico, mexicano, "Knowledge Cities", 2006.
[11] Rondinelli Dennis, geógrafo y administrador, estadounidense, "Development Administration and U.S. Foreign Aid Policy", 1983.
[12] Faranak Miraftab, planificadora urbana, iraní, "Women and the Politics of Place", 2005.
[13] Robert Putnam, estadounidense, Making Democracy Work, 1993, politólogo.
[14] Elinor Ostrom, estadounidense, Governing the Commons, 1990, economista y politóloga.
[15] Alexis de Tocqueville, francés, De la démocratie en Amérique, 1835, filósofo y politólogo.
[16] Francisco Pi i Margall, español, Las nacionalidades, 1877, político y pensador.
[17] Manuel Castells, español, La sociedad red, 1996, sociólogo.
[18] Benjamín Barber, estadounidense, Strong Democracy, 1984, politólogo.
[19] Thomas Jefferson, estadounidense, Carta a James Madison, 1787, político y filósofo.
[20] David Harvey, británico, The Condition of Postmodernity, 1989, geógrafo.
[21] Pierre-Joseph Proudhon, francés, El principio federativo, 1863, filósofo político.
[22] Amartya Sen, indio, Development as Freedom, 1999, economista.
[23] Donald Kettl, científico político, estadounidense, "The Transformation of Governance", 2002.
[24] David Held, teórico político, británico, "Models of Democracy",1987, Teórico Político.
[25] Boaventura de Sousa Santos, sociólogo y jurista, portugués, "Epistemologies of the South", 2014.
[26] Ed Connerley, administrador público, estadounidense, "Decentralization and Local Governance in Developing Countries", 2003.
[27] José Luis Abrego (MAS), ejecutivo regional el Gran Chaco, Karen Sánchez (MAS), ejecutiva de desarrollo de Villa Montes y Amílcar Pérez (MAS), ejecutivo de desarrollo de Caraparí.
[28] Jorge Martínez-Vázquez, economista, español, "Fiscal Decentralization in Developing Countries", 1997.
[29] Gustavo Esteva, activista y filósofo, mexicano, "Grassroots Postmodernism", 1998.
[30] Robert J. Bennett, geógrafo, británico, “Local Government and Market Decentralization", 1990.
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