EL DEDO EN LA LLAGA
“Yo No Voy a Permitir”
"La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales, que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder"
- José de San Martín
Por: Esteban Farfán Romero
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GABINETE MUNICIPAL: El alcalde Ramiro Vallejos (MAS) junto a la presidenta del Concejo Municipal y secretarios municipales. |
Escribo esta columna, inspirado e impelido por una amenaza recibida (cargada de una catarata de insultos, descalificaciones, improperios) por mensaje privado de Facebook de una persona jerárquica del Gobierno Municipal de Yacuiba, en la que me decía de manera intimidatoria que “no va a permitir” (ipse scriptum) que yo siga hablando/escribiendo sobre ciertos temas (públicos). Tomando como antecedente, que he sido victima de hostigamiento, acorralamiento y presión de políticos muy poderosos como Carlos Brú, Jorge Arias, Wilman Cardozo, Rubén Vaca, Roberto Ruiz Bass Werner y otros, y que no han logrado que baje la mirada un poquito, mucho menos que doble la cerviz, por lo que es prácticamente imposible que políticos que no llegan a ser siquiera de medio pelo, me amilanen en lo más minino. Y eso que Carlos Brú me mandó a la cárcel por el simple hecho de expresar mis opiniones en los medios de comunicación, y porque está convencido que soy el responsable de su catastrófica derrota en 2015, y eso no es cierto.
Quiero confesarle que cuando se producen reacciones (negativas) desde las esferas del poder que generan mis comentarios y opiniones (que los hago como un simple y llano ciudadano de pie, pues no represento a nadie), me genera una energía atómica incontenible que me estimula y agita a seguir haciéndolo con más prestancia y eficiencia, porque siento que ese feedback es clara señal que vamos bien. Mas bien, cuando no hay ningún tipo de reacciones (o tibias), es cuando me siento muy preocupado, ansioso y triste. Es cuando considero que mi palabra ya no tiene poder y valor.
Después de este necesario preámbulo, ahora, entremos en el tema. Aparentemente Yacuiba no tiene suerte, ni fortuna. Antes de esta pesadilla de gestión municipal (la actual, la que se acaba), Carlos Brú (MAS) fue alcalde de Yacuiba por el lapso de casi 10 años consecutivos, en los que se ha dedicado descaradamente y sin descanso a vaciar la caja jugosa caja edil a sus bolsillo, y se ha llevado a su casa lo que más pudo de la pobre alcaldía, que en su gestión ha recibido porcentualmente la mayor cantidad histórica de recursos, por el fenomenal elevación de los precios del gas.
A pesar de las casi 30 denuncias contundentes de corrupción radicadas en este momento en la Fiscalía, los brazos de la Justicia no le ha llegado todavía, porque gozaba de la muy poderosa protección del narcodictador de Evo Morales. Ahora sabemos cuál es la razón por la que Morales protegía con mucho esfuerzo, con uñas y dientes a Brú. Y después que el narco huyó cobardemente, Brú se quedó sin el halo de seguridad y amparo (léase impunidad) político, pero curiosamente la Justicia no actúa como corresponde para mandarlo a la cárcel lo más pronto posible. Es claro que los de la actual gestión municipal (que son del mismo partido, MAS), le dan una manito a su compañero de partido, mirando a otro y haciendo los opas, manteniendo encajonado los procesos de corrupción. Es muy sospechosa la actitud de la Justicia y el Gobierno actual, que no activa los dispositivo para ponerlo donde debe estar por pillo y siniestro. Sin embargo, hay que reconocer que Brú es muy hábil y mañoso para hacer lo de Fouché, el genio tenebroso, por lo que debe estar poniéndose a buen recaudo ante los nuevos vientos.
Carlos Brú ha dejado a la Alcaldía con chuschu (tremor, ataxia) temblando; porque se ha llevado toda la plata que pudo, y la ha endeudado en casi Bs. 1.000 Millones, dejando a su sucesor, una caja vacía y con muchas deudas por pagar.
Después de la tragedia de la gestión catastrófica de Brú, a los yacuibeños nos ha tocado como alcalde a Ramiro Vallejos (MAS), patrocinado por Wilman Cardozo. El remedio resulto igual o peor que la enfermedad. No ha pasado mucho tiempo (ocho meses) para que el matrimonio político se disuelva de la peor manera, tragicómica, con aparatosos escándalos mediáticos, que nos han tenido ocupando las portadas de los noticieros con el culebrón novelesco de mal gusto por mucho tiempo. Cardozo no pudo durar mucho tiempo en el idilio, y ninguna de las partes ha explicado hasta ahora cuáles han sido las verdaderas razones de la bulliciosa y dramática ruptura. Hay que recordar que Cardozo también ha patrocinado y prohijado a Brú, y fue su perruno feroz aliado, pero ese matrimonio político duró más tiempo, 9 años.
Si la gestión de Brú fue del robo, saqueo, atraco, desfalco, malversación, despilfarro, improvisación, corrupción, etc., la de Vallejos se ha caracterizado por la del despotismo, autoritarismo, soberbia, arrogancia, desprecio, abuso, indolencia, pedantería, asilvestrados y apandillamiento, además de la palmaria ineficiencia en la gestión y gobierno.
Hay una frase que se ha hecho célebre y marca identitaria en esta gestión, y es la de “yo no voy a permitir” (ipse dixit), tufillo usado con mucha harta frecuencia por el alcalde Ramiro Vallejos (MAS), y replicada a rabiar por sus próximos genuflexos adláteres y amanuenses, acompañando a la terrorífica expresión con una mirada iracunda y cargada de odio y desprecio por el otro, y el temible e infaltable despreciable dedo índice levantado en febril e intimidatorio movimiento, y amenazando en serio con despellejar sin piedad a aquel que se atrevía a cuestionar o poner en duda las decisiones/imposiciones tomadas en las alturas y cimas del poder.
A cualquier ciudadano (sin discriminación, sin importar su condición o género) que atisbaba con responder, contradecir, objetar o refutar, inmediatamente se ponían de pie sobre el súbdito conspirador, rebelde, sedicioso e insurrecto, y con el dedo inquisidor se apuntaba a la cien de la víctima cual pistola de 9 mm., diciéndole con voz potente y grave, “a usted yo le voy a permitir”, e inmediatamente el acto de imponer el sagrado “principio de autoridad” (ipse dixit), y como un disparo, la amenaza de un proceso judicial (juicio, demanda) hasta llevarlo a la cárcel por “faltar a la autoridad”, si es que la amenaza conspirativa persistía. Creo que en Yacuiba no hay dirigente vecinal o corporativo que no se haya salvado de un juicio ante la Justicia o de amenazas, por parte del alcalde o de sus acólitos.
La consigna es, aquí es a las bravas, a la fuerza, como en las dictaduras, como en el cuartel, con el revolver en la nuca, usando al máximo la violencia desembozada y expedita, sin límites y contrapesos (mucho Maquiavelo, Smith, Hegel, Hobbes. Un exceso diría yo), llegando al temible terrorismo de Estado[1]. Pero usted me dice; pero Farfán, el Estado mismo y la acción del Estado es violencia pura. Si es verdad, pero como dice el gran Weber, el ejercicio de la violencia física, simbólica, moral y cultural, debe ser “legitima”, consentida, tolerable y admitida, lo que nosotros llamamos como “sentido común y consenso público”. Una democracia moderna no puede funcionar sin este equilibrio de racionalidad del ejercicio del poder (violencia legitima), con el contrapeso de la legitimidad del que ejerce el poder, lo que resulta la escurridiza y volátil gobernabilidad.
La marca, la estela que deja esta gestión es la del verticalismo, la de la imposición a la mala, la de la violencia libre, soberbia, arrogancia, petulancia, demagogia pura, la belicosidad gratuita e innecesaria. Va a pasar a la historia, como una de las más funestas, precisamente por este tipo de ejercicio del obsoleto modelo de gobierno inspirado en la “razón de Estado” (Maquiavelo, Giovanni Botero).
Este tipo maléfica, ruin y perversa actitud aterradora que pretende infundir y producir miedo y terror en los ciudadano para anularnos, dominarlos y controlarlos (táctica propias de dictadores sanguinarios), condición absolutamente impropia en una democracia moderna, ha sido contagiada de manera efectiva también a los demás funcionarios jerárquicos convirtiéndose todos en los halcones implacables y duros, como si el alcalde les hubiera dado una especie de patente de corso para las operaciones de terrorismo, que con pasión ardiente, han reproducido esta nociva práctica con todo entusiasmo, fervorosidad y algarabía, cortando todas las cabezas que encontraban en su camino, o que consideraban que les era perjudicial a sus propósitos, dejando a su paso un tendal de heridos y muertos, y la sangre corriendo por las calles.
Esta actitud ha sido una práctica usual, habitual y proverbial hacia afuera, como hacia adentro de la institución municipal, por lo que se trata ya de una marca identitaria, de un estilo firme, fuerte y muy potente que se ha alimentado, reproducido y fortalecido de la violencia que ha venido ejerciendo en estos casi cinco años.
El alcalde Ramiro Vallejos, ha olvidado completamente que en realidad un servidor público (mas aún un electo), en los hechos, es un empleado del ciudadano, del pueblo, de la sociedad que lo ha votado, por lo que la actitud de arrogancia sin freno, prepotencia e insolencia, no corresponde de ninguna manera a servidores públicos en general, a un Estado de Derecho, y a una sociedad moderna y civilizada. La actual clase política gobernante de Yacuiba, ha invertido los papeles, principios y valores, y ha traspasado todos los límites permisibles, por lo que hay que ponerle un freno en seco a este despotismo patológico.
MI PROPUESTA
En la Agenda Yacuiba 20-40, planteo el desarrollo de un nuevo Modelo de Gobierno de Gestión que hemos denominado como la Coparticipación, Cogestión y el Gobierno Ciudadano, basado en lo que llamo la centralidad del ciudadano, que la premisa mayor sencillamente es que el Gobierno Municipal, debe estar al servicio del ciudadano, y que la legitimidad y el consenso público, son capitales invaluables, que vamos a cuidar y proteger absolutamente.
Yo creo firmemente que la democracia municipal descansa en la legitimidad; es decir, en la activa participación ciudadana, diálogo, concertación, transparencia, acercamiento, mecanismo de acceso, involucramiento, compromiso, consenso, dispositivos efectivos de negociación productiva y ganadora, retroalimentación, etc.
Yacuiba necesita tener un Gobierno Municipal que sea sobre todo amigo y aliado del ciudadano yacuibeño, líder, visionario, comprometido, eficiente, transparente, dialogante, no uno policiaco, autoritario, matón, abusivo, bravucón, soberbio, pendenciero, demagogo, populista como el actual.
Tengo una propuesta programática de gobierno y gestión muy visionaria, disruptiva, prospectiva, seria, objetiva, integral, absolutamente posible, superadora, que no pretende provoca cambios solamente, sino un proceso de transformación profunda, la construcción de una nueva sociedad moderna e inteligente en un plazo de 20 años, entre todos y para todos. La “Yacuiba del Siglo XXI”
En la Agenda Yacuiba 20-40, plantea un Gobierno que ponga como prioridad los problemas más urgentes, importantes e históricos de la gente, que en el caso de Yacuiba creemos que son dos: la profunda crisis económica y la crisis integral de la salud pública. La Agenda tiene respuesta para estos dos grandes problemas a ser resueltas a través de políticas de corte, mediano y largo plazo a a través de planes estratégicos, como así también para los demás problemas que la Agenda ha identificado y detallamos en el documento que pronto vamos a publicar.
Yo creo que éste es el tiempo propicio para Yacuiba, para acabar/deshacernos (espero sea para siempre) con los nocivos estilos de gobiernos caudillistas, populistas, corruptos, despilfarradores, improvisadores, mafiosos, como así también del modelo de gobierno del matonaje, abusadores, inquisidor.
Yacuiba, 08 de febrero de 2020
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[1] Consiste en la utilización de métodos ilegítimos por parte de un gobierno, los cuales están orientados a producir miedo o terror en la población civil para alcanzar sus objetivos o fomentar comportamientos que no se producirían por sí mismos.
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