El
dedo en la llaga | ESTEBAN
FARFÁN ROMERO
Sebastián
ESTEBAN
FARFÁN ROMERO
E-Mail: efarfan@elquebracho.com.bo
“En un cierto momento de la vida se desea un
hijo. Quizás, para morir un poco menos cuando se muere.” Françoise Sagan
EN FAMILIA: Con nuestro Sebitas en la plaza de Yacuiba. |
Nuestro Sebitas hoy
cumple dos años de vida. Un 31 de enero de 2012 a las 14.45 llegó nuestro hijo
después de una larga espera mezclada con desesperación, ansiedad, alegría, y
temor. Tuve que tomar decisiones rápidas con el fin de preservar la vida de su
madre y él, pues a última hora se complicó mucho el proceso del parto. Gracias
a Dios salió todo bien al final.
El día que me enteré que
Sebitas estaba en camino, experimenté sentimientos muy raros. Por un lado una
profunda alegría y expectativa y por otro, incertidumbre y muchas preguntas/dudas.
Acompañé rigurosamente el proceso de desarrollo dentro de su madre. Muchas
noches lo vi moverse, le canté la canción de Los Manseros, aunque seguramente
se aburrió con lo desafinado de mi voz. La primera vez que escuché los latidos
de su corazón, me emocioné muchísimo. ¿Cómo es posible que una persona con vida
propia esté alojada dentro de otra y se desarrolle gradualmente? La vida tiene sus
misterios insondables.
Primero no dijeron que
era mujer. Nos preparamos con todo para recibir a nuestra hija. Incluso
decidimos dos nombres. Un día Ariana me preguntó si prefería varón o mujer, le
dije que sea lo que Dios nos mandé. Se que no me creyó, porque cuando
enamorábamos, ante la misma pregunta le dije un día que mi deseo era que nuestro
primer hijo sea varón. No tomé en cuenta que la mujer tiene muy buena memoria y
nosotros somos olvidadizos.
La verdad es que deseaba
que sea varón, pero el día que el médico nos dijo que era mujer, le puse buena
onda a la realidad. Ella notó el cambio de ánimo con la noticia. Hasta ahora
disfruta recordándome aquel episodio que quedó grabado en una filmación. No sé
por qué los hombres siempre queremos que nuestro primer hijo con la mujer que
amamos sea varón. ¿Por machistas? ¿porque deseamos reflejarnos? ¿porque no nos
digan chancletas? No se. “Un hijo es una pregunta que le hacemos al destino”
decía el escrito José María Pemán.
En el control de los
ocho meses, el médico nos propone ver al bebé en 3D. Le digo que no era
necesario, si ya sabíamos el sexo. Por si acaso, dice. El resultado, a primera
vista, Sebastián nos muestra las evidencias incontrastables que era varón. No
me contuve esa tarde. No pude disimular. Le conté a todos mis amigos que mi
hijo era varón. Uno de ellos me apostó un whisky, así que gané.
Cuando Sebastián estaba
en el vientre de su madre, lo único que le pedía al Señor era que esté sano. Muchas
noches le dije que por favor venga sanito, me comprometí a cuidarlo, educarlo,
amarlo. El Señor nunca falla.
Desde que nació, muchas
noches pasamos en vela, especialmente cuando se enfermó con un resfrío, un
cólico o una fiebre. Fuimos testigos entusiastas de sus balbuceos, sus primeras
palabras, sus movimientos y cambios paulatinos que ha experimentado a medida
que crecía. En realidad, desde que comenzó a desarrollarse dentro del vientre
de su madre, comenzaron los cambios importantes en nuestras vida. Sebastián
vino a cambiar nuestras vidas.
Mi oficina se ha
convertido en su lugar preferido para desordenar, jugar y hacer sus travesuras.
A partir de ahora hay que tener mucho cuidado con los enchufes, las cosas que
le pueden caer encima porque explora todo lo que ve. Mis sagradas siestas son
interrumpidas cuando él desea. Ya no puedo dormir en mi cama, porque él
prefiere mi lugar, que la suya. Insiste que lo haga dormir, pero antes debemos
jugar un rato. Le encanta hacerme de caballo y que lo tumbe a la cama como
corcel chúcaro.
Mis libros son sus
victimas preferidas. Gusta bajarlos del armario, los abre y los pinta. Tiene un
dedito muy travieso e inquieto que toca, aprieta, empuja. Apaga computadoras, y
sale despavorido, hace renegar, pero todos los que trabajamos en la oficina lo
perdonamos, lo toleramos, lo amamos. Cuando no está o duerme, es notable su
ausencia. “Una casa sin hijos es una colmena sin abejas”, dijo el famoso
novelista Víctor Hugo.
SEBITAS: Con princesa, nuestra labradora. |
No se puede planificar
nada sin pensar primero en él. Hace más de dos años que no salimos con
frecuencia a una disco, u otro lugar de diversión. Se ha hecho dificultoso la
salidas a una fiesta o actividad social porque estamos intranquilos mientras él
está en casa con algún adulto.
Cuando viajo, debo
regresar lo más pronto posible porque la dependencia se ha hecho cada vez más
fuerte. Ambos tenemos una conexión muy sólida. Me produce profundo dolor
escucharlo llorar, mucho más cuando está enfermo o le duele algo. Tengo mucho
temor ser muy condescendiente e indulgente con él. Ya hemos tenido discusiones
con Ariana por mi conducta sobreprotectora. Incluso mi madre y mi madre me han
llamado la atención en varias ocasiones. Estoy intentando no dejarme dominar
por mis sentimientos cuando tiene una conducta impropia. Se que si sigo así, le
haré un gran daño.
Con Sebastián he
aprendido a cambiar pañales, limpiarlo, planchar ropa, en algunas ocasiones a
lavar ropa, a interpretar lo que intenta decirme, a tener mas paciencia de la
necesaria cuando hace algunas travesuras. He vuelto a ser niño, a reírme de las
cosas simples, a olvidarme de los problemas y vivir la vida a plenitud por
momentos.
Anoche, tenia unas
anotaciones en mi memo digital, y Sebas con su dedo travieso borró todos los
apuntes que estabas en esos memos. Un enorme perjuicio, porque hice todos los
intentos para recuperar los archivos y no se pudo. Debo tener mas cuidado y
paciencia.
SIEMPRE ALEGRE: Sebastián tiene una sonrisa muy contagiante. |
Desde que Sebastián
llegó muchas noches no hemos dormido, no tenemos la tranquilidad de antes, ha
sido ocasiones de fricciones con mi esposa, no se puede hacer planes como
antes, ha significado gastos económicos, tenemos que priorizar su alimentación
y medicamentos, siempre está primero su bienestar, hemos renunciando a muchas
diversiones, pero lo que Sebastián nos trajo ha sido felicidad, paz y amor. Con
Sebastián somos felices.
Dos años que han
cambiado mi vida, nuestras vidas. Sebastián nos ha unido como pareja y le puso
mucha substancia a nuestra relación. Ya no tiene sentido la vida sin él. Ambos
disfrutamos de su presencia. Aspiro ser un buen padre, deseamos ser buenos
padres, que se sienta amado, orgulloso de sus padres. Deseamos que sea un
hombre de bien, un hombre útil, inteligente, con valores profundos, temeroso de
Dios. Se que un día leerá esto. Desearía estar con él cuando lo haga.
Nuestro compromiso es
darle nuestro tiempo, nuestros pocos conocimientos, nuestras experiencias,
nuestra vida restante para que sea un hombre integro. Vamos a intentar hacer
las cosas bien.
GRACIAS A DIOS: Hasta ahora, Sebitas ha demostrado ser un niño sano. |
Cuando estudiaba en La
Paz, escuché a un famoso predicador (Billy Graham) ilustrar la importancia de
la relación de un padre-hijo con la siguiente historia: Un día un pastor muy
esforzado, comprometido con su iglesia murió. Muchísima gente lamentó su deceso
y miles se dieron cita al velorio. Todos daban testimonio de la entrega, el
compromiso, responsabilidad con la que administró su ministerio como siervo de
Dios.
Unos sostenían que
gracias a la intervención del pastor con sus sabios y oportunos consejos, su
matrimonio se había salvado del desplome, otros decían que la relación con sus
compañeros había mejorado mucho con sus charlas, otros que se hijo fue salvado
de las drogas porque el pastor se sentó a hablar seriamente con el adolescente
sobre la vida.
Otro recordaban que era
una dechado de virtudes y que sus palabras siempre eran oportunas, refrescantes
y motivadoras, al margen que siempre estaba disponible al llamado de los fieles
cuando se trataba de alguna emergencia familiar. Todos coincidían plenamente
sobre la destacables y evidentes virtudes del pastor que cosechaba cumplidos
por todos lados.
Al fondo, en una esquina
de pie había un hombre que escuchaba silenciosamente los vividos testimonios de
los creyentes que recordaban con pasión el trabajo efectivo
De pronto, con pasos
cansinos, cabizbajo, con cierta timidez se acerca al lujoso cajón que contenía
al cuerpo yerto del pastor, un hombre harapiento, greñudo con una cara de pocos
amigos y de haberse trasnochado. Parecía intruso, porque todos estaban vestidos
impecables para la ocasión. Todos miran con cierto aire de sorpresa la
presencia del sujeto, muchos murmuran, otros se inquietan. Por la apariencia
descuidada sospechan que se trata de un loco. Harapos cubrían su cuerpo y daba la
impresión de estar ebrio o drogado.
Lentamente se acerca al
féretro, lo toca suavemente, se aproxima al rostro enjuto de aquel hombre que
había cumplido su trabajo con diligencia y estaba siendo despedido con dolor.
Lo mira como recordando episodios, derrama una lágrimas en silencio como
conteniendo su dolor, y lo sigue mirando fijamente mientras todos los presentes
concentran su atención en los movimiento del intruso que pone nerviosos a todos
por un desenlace impredecible.
El sujeto es consciente
que incomoda a los dolientes, así que apura lo que quería hacer. Mitad del
cuerpo del pastor estaba a la vista por lo que le facilitó la posibilidad de
decirle lo que tenia pensado. Extiende su mano hacia su rostro para tocarlo y
le dice con voz quebrada y pausada: “Papá, si tan sólo me hubieras dado unos
minutos de tu tiempo, si me hubieras escuchado, si me hubierais atendido un
poquito, solo un poquito, quizás no estuviera así. Adiós papá”
El sujeto se secó las
pocas lágrimas que le quedaban en el rostro, sin mirar a los costados y con el
rostro a tierra se retiró pausadamente del lugar, ante la atónita, incrédula y perpleja
mirada de los presentes.
Nadie sabia que el
pastor tenia un hijo fuera de los que él había presentado. Todos quedaron
sorprendido. No podían creer lo que acababan de ver. (Yacuiba 31/01/14).
ESTEBAN FARFÁN ROMERO, es periodista, analista político y docente.
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