El dedo en la llaga | ESTEBAN FARFÁN ROMERO
Me duele mucho el
Pilcomayo
ESTEBAN
FARFÁN ROMERO
E-Mail: efarfan@elquebracho.com.bo
Twitter: @EstebanFarfanR
"El hombre es
lo único que hemos de temer en este planeta" Carl Jung
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INEVITABLES CONSECUENCIAS: los primeros en sufrir las consecuencias son los peces. (Foto Archivo) |
Enterarme nuevamente que el río Pilcomayo es víctima
de más contaminación, genera un dolor indescriptible, impotencia, rabia y
bronca ante la pasividad, indiferencia e indolencia de nuestras autoridades
regionales/departamentales.
El Pilcomayo, cuya cuenca se extiende en más de
2.000 kilómetros, atraviesa 4 de los 9 departamentos de Bolivia y sirve de
frontera natural entre Argentina y Paraguay.
El agua es vida, el rio provee no sólo de agua,
sino de alimentos a muchísimas familias a lo largo de su recorrido por lo que
muchos dependen de sus riquezas.
Desde hace mucho
tiempo, varios expertos han advertido sobre la contaminación y el alto riesgo que
corre el rico rio Pilcomayo. Es víctima de la escandalosa e insaciable voracidad
extractiva de los mineros que bajo la seguridad de la complicidad del Gobierno
Nacional que tiene como aliados políticos a los mineros, actúan impunemente
destrozando la “madre tierra”.
El Diario Los Tiempos de Cochabamba ha calificado
en un editorial (15/07/14) como un crimen ambiental el daño causado. Varios
expertos levantaron su voz de protesta exigiendo acciones concretas para
detener el irreparable daño y remediar la situación.
Según el Gobierno, el derrame provocado por la
empresa Silver and Tin en la quebrada de Pucamayo, departamento de Potosí, como
consecuencia de la rotura de un dique de colas (tanque que sirve para almacenar
los residuos de las plantas de tratamiento metalúrgico), no causó contaminación
en el río Pilcomayo, sin embargo los análisis de laboratorio que fueron
encargados por la Gobernación de Chuquisaca dan cuenta de la turbiedad de las
aguas en un 2.040% cuando lo permitido que es de 5 microgramos por litro
(mg/l).
A esto se suma que el nivel de sodio aumentó de
200 a 350 microgramos y se trepó en un 175%; el hierro de 0,3, que es lo
permisible, se incrementó a 0,5, sobrepasando en un 166%. El manganeso pasó de
0,1 a 0,2 sobrepasando un 200% y el cromo de 0,05 a 0,06 incrementándose en un
120%.
Hay muchas contradicciones. Mientras la
Gobernación de Chuquisaca afirma que hay contaminación, el Gobierno Nacional
desmiente. Un comunicado oficial dice: "Luego de realizada una inspección
de nuestros técnicos en la Quebrada de Pucamayo, el pasado 12 de julio, se
verificó que en su momento hubo un sifonamiento de la cola de 5.538 metros
cúbicos de la empresa Silver and Tin, derrame que no llegó, ni causó ninguna
afectación al río Pilcomayo".
Así como el Cerro Rico de Potosí, el río
Pilcomayo es otra víctima de los excesos de las empresas mineras en su desenfrenada
labor extractiva de minerales
La empresa no tiene licencia ambiental, y desde
el Gobierno informan sin ponerse colorados que más del 80% de las empresas
mineras no cuentan con este tipo de autorización imprescindible para operar. La
empresa desarrollaba actividades desde hace ocho años sin licencia ambiental.
El gobernador de Potosí, Félix González, ha
confirmado que la empresa minera no contaba con una licencia ambiental, ni
licencia de concesión conforme a norma.
Este Gobierno, como los anteriores carecen de
políticas de Estado que proteja el medio ambiente, y especialmente en lo
relacionado a la minería.
Llama la atención la actitud indiferente y cómplice
de las autoridades locales, regionales y nacionales. No dan muestras de preocupación
e inquietud ante semejante situación. Ante la consulta de los periodistas
responden con despreocupación y minimizan los efectos. El Secretario Ejecutivo
de la Gobernación de Tarija Roberto Ruiz dijo con desgano en Villamontes que
“la contaminación fue mayor en tiempos de Goni”. O sea, no debemos
preocuparnos.
Mientras las autoridades dicen que no existe
contaminación, los expertos afirman que todos los días se contamina al rio
Pilcomayo. Que este “accidente” se trataría de la punta del ovillo.
Informes de hace 10 años recomiendan tomar
medidas urgentes, pero lamentablemente esas representaciones han quedado en
papel. La autoridades prefieren organizar espectáculos con costosos artistas
internacionales, maquillar la ciudad y priorizar el cemento, antes que impulsar
políticas de protección al medio ambiente.
El vergonzoso sometimiento de nuestras
autoridades al Gobierno Nacional, en la mayoría de los casos por los hechos de
corrupción pública, hace que estos temas que incomodan al “Presi”, no sean
abordados en las replicadas visitas al Chaco. Saben que si son representados,
se desnudaría la incompetencia del Gobierno.
El Gobierno disfrazado de indígena, ha dejado a
su suerte a los weenhayeks, precisamente los que viven de la pesca en el rio
Pilcomayo.
Es cierto que este problema se origina en Potosí,
pero nuestras autoridades no hicieron ninguna gestión ante el Gobierno Nacional
para la búsqueda de soluciones.
Hay muchos informes realizado por organismos internacionales
en los que se demuestra la presencia del altos niveles de metales pesados como
el plomo, cadmio, zinc, arsénico y otros. En su trayendo por Chuquisaca y
Tarija el rio riega gran cantidad de sembradíos, las comunidades que habitan en
sus riberas consumen agua directamente del rio y nosotros aquí consumimos todo
el año peces.
Se ha demostrado que en las agallas, huesos,
vísceras de los peces existen mucha presencia de los metales pesados lo que
hace que los estudios concluyan recomendando la prohibición del consumo de los
peces. Todo el año se consume pescados del Pilcomayo. En invierno el rico
sábalo y todo el año el surubí, el dorado y el bagre.
Según los expertos, los que consumen productos
(vegetales/animales) contaminador con metales pesados, tienen consecuencias en
5 a 10 años provocando daños severos en el sistema nervioso y respiratoria.
A pesar de lo que digan las autoridades que
pretenden ponerle paños frio al asunto, la verdad es que estamos ante una
verdadera emergencia ambiental. Este tipo de accidente no son naturales, sino provocando
por el hombre que ocasiona pérdidas de vidas humanas, animales, vegetales,
daños ambientales.
Insisto. Un informe de la Gobernación de
Chuquisaca afirma que las aguas del Pilcomayo están contaminadas y que pone en riesgo
la salud de los pobladores de al menos 26 comunidades asentadas en la ribera (9
municipios).
El informe dice que la constante exposición de la
piel y el consumo del agua y de alimentos contaminados con las sustancias
tóxicas dan lugar a malformaciones congénitas, disfunciones renales, cáncer,
males hepáticos e inmunológicos, que provocan cuadros de morbilidad crónica
entre la población afectada. Por si esto fuera poco, los agentes contaminantes
de la minería ejercen asimismo efectos de perturbación en la fertilidad de los
suelos, pastizales y cultivos; además de promover el deterioro de la
biodiversidad acuática y de los ecosistemas terrestres. ¿Qué tal?
Llama la atención que sea la Gobernación de
Chuquisaca la que muestre su mucha preocupación, y las autoridades de Tarija
queden mudas y de brazos cruzados. La comunidad internacional ha reaccionado de
forma inmediata ante la critica situación, y nosotros torcemos la cara.
El río de 2.426 kilómetros drena una cuenca de
270 000 km² y recorre 3 países de la cuenca del Plata: Argentina, Paraguay y
Bolivia. Es el principal curso y fuente de agua dulce y alimento para muchas
poblaciones asentadas en sus orillas y áreas de influencia.
Los expertos consideran que la remediación del
impacto medioambiental será muy difícil. El actual ministro del sector, César Navarro,
ha admitido que el Estado no controla los diques de colas y calificó de grave
incidente no solo por sus implicaciones en la salud de la población ribereña,
sino porque es el principal curso y fuente de agua dulce y alimento para muchas
poblaciones asentadas en sus orillas y áreas de influencia.
El director departamental de salud de la
Gobernación de Chuquisaca, Martín Maturano dijo que la contaminación “podría
provocar en la población que vive en sus riberas el aborto espontáneo,
afecciones gastrointestinales, cáncer, malformaciones congénitas y retardo
mental en los niños”. Añadió que cuando las personas consumen de forma
prolongada plomo, cadmio y arsénico, que son metales pesados, pueden provocar
los síntomas de "afecciones gastrointestinales como son diarreas, vómitos
e inapetencia".
Es hora de parar el despilfarro y pensar en lo
que verdaderamente es importante y urgente para nosotros. A este paso, nuestros
hijos conocerán el sábalo sólo por fotografías que se publican en el Facebook y
videos en Youtube.
La sabiduría indoamericana dice: “Sólo cuando el
último árbol esté muerto, el último río envenenado, y el último pez atrapado,
te darás cuenta que no puedes comer dinero.” (Yacuiba 17/07/14)
ESTEBAN FARFÁN ROMERO, es periodista, analista político y docente.
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