domingo, 22 de agosto de 2010

Librepensante

EL CACIQUE


Esteban Farfán Romero

E-Mail: farfan2007@gmail.com


Un cacique es el “señor”, “patrón” de vasallos en alguna provincia o pueblo. Es el tuerto que hace de rey en un lugar donde hay sólo ciegos. Es un mediocre y vulgar que hace de cabecilla en una colectividad o grupo en el que ejerce un poder abusivo, déspota y autoritario. Por otra parte es un guarango y lenguaraz, que en un pueblo o comarca ejerce excesiva influencia en asuntos políticos. Realiza intromisión abusiva en determinados asuntos políticos y económicos, valiéndose de su poder o influencia. Es sobre todo un matón, bravucón y fanfarrón que no se respeta a sí mismo, por lo que no respeta a los demás, y no respeta las reglas del juego, cuando sabe que va perder, las cambia, y si no puede cambiar las reglas, cambia de juego. Todas las personas que le rodean son vistas sólo como instrumentos para el juego político, y cuando ya no sirven o no son funcionales a sus planes, las desecha como se hace con el papel higiénico. Al basurero.

El cacique fue a la universidad, pero es un soberano ignorante e incapaz, tiene un título sólo de adorno, es un meritorio mediocre, nunca ejerció la profesión porque sabe que es incompetente, se redujo a ser sólo un vulgar inútil, porque las neuronas nunca le funcionaron, pero si las testosterona.

Es un idiota, temerario y tremebundo porque nunca tuvo preparación para ser un verdadero líder. Su único recurso para lograr poder es la intimidación y la provocación. Se rodea de cortesanos y genuflexos, éstos no deben tener capacidad para pensar, pero si obedecer sumisamente. Dispone de una jauría preparada en todo momento para morder cuando se siente atacado o amenazado. Es impulsivo, porque no tiene dominio propio, no se puede controlar y siempre da rienda suelta a sus emociones porque es iracundo por naturaleza, porque tiene superávit de testosteronas.

Es arrogante, y más que arrogante, ignorante; y más que ignorante, muy agresivo y pendenciero en su ignorancia. Es muy hábil y mañoso en el juego bajo de la política, pero no es un hombre inteligente, no es siquiera medianamente inteligente, no es nada inteligente. Es ordinario y ramplón, porque no pasó por el ejercicio intelectual que refina a las personas. Es un hombre lleno de complejos y resentimientos, un turbado por sus bajas pasiones, un enfermo en permanente rehabilitación, un hombre incapaz de ser humilde y escuchar las críticas y razonar serenamente. Es un hombre endiosado y adulado y por tanto un hombre engañado y muy mal informado. No posee inteligencia natural para razonar, como no posee inteligencia emocional para gobernar y expresar sus pasiones. Es el lacayo de Evo Morales porque los chapacos no le dieron vía libre para sus antojos y caprichos. Se pelea hasta con su sombra, porque es lo único que sabe hacer, porque de esa forma justifica su existencia y llama la atención. No puede vivir sin llamar la atención, aunque sea con estupideces, pero tiene que llamar la atención. Está siempre molesto, crispado. Cuando la prensa critica sus veleidades y extravagancias, se enfurece y dice bravuconadas de matón de barrio periférico. Cuando alguien sale a hacer reflexiones sobre sus estupideces y delirios, sale rabioso con procacidades impulsado por sus bajos instintos, descargando toda su furia sin límites, usando (mal) la palabra para denigrar, estigmatizar, descalificar y etiquetar injuriosamente a las personas, sin responder a uno sólo de los cuestionamientos.

El cacique no es líder, porque un líder ante todo, debe ser un estratega, y un estratega, tiene que ser ante todo, un hombre inteligente, y nuestro cacique no es un hombre inteligente, sino astuto, sagaz, ladino y muy artero. Chapucero. No tiene las mínimas facultades para desempeñar el papel de líder, por eso sus acciones se han reducido a cumplir el triste papel de cacique temerario.

El poder lo turba fácilmente y lo enceguece a tal punto que está dispuesto a romper los principios mínimos de toda persona posee con educación media, con el fin de obtener lo que quiere. Es capaz de pactar con el diablo, si éste le garantiza el poder que busca. No tiene ideología, por eso no es de derecha, ni de izquierda, porque no cree en la política moderna y científica, sino en la política primitiva, simple y rupestre. La política de la selva. Esta noche puede estar encamado con la izquierda, y mañana hacer el amor con la derecha, y por la tarde con el centro. No tiene moral, ni escrúpulos, porque no tiene conciencia. Cambia los discursos de acuerdo a las circunstancias, como cambia de calzoncillo. Es muy hábil con la palabra, diestro para engrupir, convence fácilmente, porque expone su señuelo con convicción y seguridad. Sabe que su público es el vulgo, se dirige siempre al populacho, a la masa, porque sabe que ésta disfruta de sus sandeces circenses. No tiene límites, porque no tiene principios. El poder lo excita a tal grado que lo hace paranoico y sibilino.

El caudillo nunca será un buen líder porque si no puede gobernar su vida, sus palabras, sus acciones, sus turbias pasiones, sus odios y complejos y resentimientos, menos podría gobernar una región. Un cacique que tiene una cohorte que le sigue el paso como el flautista de Hamelin compuesta de ex narcos, frescos, mediocres, tránsfugas, corruptos, usureros y angurriento del dinero fácil y mal habido.

Está lastrado por la torpeza, la ineptitud y la arrogancia. No elige a los mejores hombres, sino a serviles y rastreros. No tiene asesores, sino utilitarios, cortesanos y aduladores que se soplan al oído a cada momento recordándole que no es un ser humano, sino un dios. Por eso se cree la reencarnación de Napoleón, porque usa la fuerza, la brutalidad, la ferocidad para imponer sus caprichos y antojos a cualquier precio. Esta rodeado de vagos que hacen de discretos palos blancos que se ocupan de blanquear su fortuna mal habida, producto del tráfico de influencias debajo de la mesa que da la política criolla, la política de los caciques aventureros.

Pero al mismo tiempo es un embaucador profesional, porque tiene una capacidad extraordinaria para adular a un poderoso, como al vulgo con sus chabacanerías y vulgaridades que divierten a los necios y simples. Le funciona muy bien el refrán, “alaba al sonso y lo veras trabajar”. Es muy dadivoso y desprendido en lisonjas y elogios a la colectividad, a un público amorfo. Con su voz de animador de circo pobre y su actuación divierte, y convence, pero no resuelve los problemas de la gente. Eso no le importa. Está concentrado en asegurar su futuro y el de su generación mientras divierte a los sonsos, a la plebe ignorante.

Le gusta ostentar su poder haciendo gala de su brutalidad y torpeza en sus palabras. Es mandón y tremebundo. Es muy lamentable la pobre imagen que brinda, siempre disfrazado de líder, actuando siempre en función de votos de los que no son de raigambre, sino advenedizos. En lugar de pensar en serio en los pobres que le creen, sólo proclama con labia lisonjera y zalamera, los magros resultados de su gestión. Su retórica, siempre ronda en torno a los desocupados, a los hambrientos y a los pobres, a los migrantes, a los advenedizos, que al éstos ser mayoría, aplauden y votan a cambio de una polera barata y un poco de música chicha, sin advertir que están hipotecando su futuro, y el de sus hijos.

No tiene amigos, sólo allegados interesados en aprovechar su poder para sacar ventaja de la comilona que ofrece la orgia. Sus amigos se avergüenzan, porque sólo es un payaso, un triste payaso que pasará a la historia como un bufón, y un estafador de los pobres, de los pobres de espíritu, porque a nosotros no nos engaña. Ya no nos engaña nunca más. Su familia, no tiene otra opción que soportar con paciencia esta desgracia y desdicha. Sus hijos están obligados a cargar el peso de la historia, el juicio de la historia. Mientras el pueblo embobado, enceguecido y encandilado con la comedia, pero cuando el pueblo se dé cuenta, será tarde. Así como se dio cuenta de las tropelías de Melgarejo. Muy tarde.

¿Qué pasa que los verdaderos naturales, lo bien nacidos que no reaccionan? ¿Tienen temor a las represalias de los que llegaron recién y se van? ¿Por qué no defienden su tierra de este tipo de peste que aparece de cuando en cuando y arruina los pueblos? ¿Por qué permiten que se distorsione, se hipoteque la historia ante la aparición de esta pestilencia? ¿Por qué se esconden debajo de la mesa? ¿Es que no hay hombre o mujeres inteligentes? O ¿sólo hay cobardes? ¿Inteligentes, pero cobardes? ¿Habrá alguien que enfrente a este Mefistófeles?

Pero, no se desesperen, todo cambiará, porque en este mundo todo cambia. Claro, todo cambiará cuando nosotros tengamos el suficiente valor de juntarlos en una procesadora y fabriquen balanceados para perros.

Aprendamos a valorarnos, a meditar, a reflexionar nuestro presente y futuro. Ante la estafa, tomemos acciones inmediatas sin medio para no permitir que los caciques nos sigan gobernando, sino lideres verdaderos con pasión por el pueblo y por un mundo mejor. No permitamos que nos roben le futuro. Necesitamos líderes, no caciques. Que no te sigan metiendo la mano al bolsillo, mientras aplaudes al timador.

P.D. Cualquier coincidencia con la realidad, es pura casualidad. (Yacuiba 22/08/10)

2 comentarios:

Unknown dijo...

Hola me ha gustado el apartado de el cacique.
Me gustaría que si pudiese usted darme información sobre Nicaragua y sus etnias, origen, y todo tipo de información.
Si es posible, me podría responder como más pronto mejor.
Es para un trabajo.

Unknown dijo...

Hola me ha gustado el apartado de el cacique.
Me gustaría que si pudiese usted darme información sobre Nicaragua y sus etnias, origen, y todo tipo de información.
Si es posible, me podría responder como más pronto mejor.
Es para un trabajo.

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