EL DEDO EN LA LLAGA
Concejales y Secretarios de Rebote
Por: Esteban Farfán Romero (El Marucho )
Libertad, Igualdad ante Ley, Gobierno reducido y Economía de Mercado Libre.
E-Mail: elmarucho@elmarucho.com
«El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los
peores hombres.»
— Platón
«La política no debe ser el arte de ganar elecciones, sino el arte de
mejorar la sociedad.»
— Arnold Toynbee
«No hay nada más peligroso que un hombre con poder y sin principios.»
— Thomas Jefferson
Hoy lunes 28 de octubre, un irascible secretario del Gobierno Municipal de Yacuiba, al tratar de minusvalorar la acción política de un concejal de oposición que solicitaba participar de una reunión con vecinos y que exigían atención de parte de la autoridad, señaló a los medios a modo de descargo, que tal concejal está de ‘rebote’ como legislador municipal.
Lo que dice el secretario es cierto, pero no solo el concejal de oposición, sino todos los demás, y lo que no se da cuenta el jerarca (que dicho sea de paso es abogado y en su descargo muestra un preocupante desconocimiento de la legislación municipal), es que también todos los secretarios están con el cargo de ‘rebote’, porque el criterio para la selección del tales autoridades, es de libre nombramiento, por lo que el criterio que prima es la confianza y lealtad política, y no los méritos, lo que significa que cualquiera puede ser secretario, al igual que para ser concejal.
Los concejales son elegidos por listas, y los que verdaderamente deciden quienes van a estar en la franja de seguridad, es el jefe de partido político de manera discrecional, y el criterio para la selección es que sean sumisos, leales, menos inteligentes que el jefe y que no posean potencialidades políticas de liderazgo para no poner en riesgo la hegemonía de poder del jefe caudillo.
No son los criterios de capacidad, conocimiento, competencia, idoneidad u compromiso con los intereses del pueblo, los que llevan a decidir las listas, sino exactamente todo lo contrario. Eso explica la actitud genuflexa y humillante de los concejales oficialistas, que se limitan a ser parte de decorado político, voceros y damas de compañía del alcalde.
Este "rebote" que se da por designación es un reflejo de prácticas de representación que limitan la rendición de cuentas y la independencia de los concejales, quienes están más obligados a responder al jefe partidario que a los intereses del pueblo. Se erosiona así la esencia de la representación popular, que debería fundamentarse en la voz de los ciudadanos y no en los acuerdos internos de los partidos. Los concejales elegidos de este modo, carentes de legitimidad directa en las urnas, suelen mostrar una falta de letalidad política al no tener respaldo popular ni compromiso con los intereses genuinos de la comunidad.
Este esquema limita la diversidad de voces y posturas que deberían coexistir en los espacios de decisión pública. Además, fomenta la apatía ciudadana, ya que se diluye la idea de que sus votos pueden determinar la composición del Concejo. La solución radica en empoderar al ciudadano, promoviendo reformas que incluyan mecanismos de elección directa y preferencial, permitiendo que el pueblo decida sus representantes, evitando el riesgo de manipulación de las listas y fomentando una rendición de cuentas efectiva.
La designación de concejales a través de listas controladas por los caudillos partidarios, en lugar de una elección directa por parte de los ciudadanos, refleja una problemática estructural en la democracia representativa, donde las decisiones y responsabilidades políticas de los cargos públicos se ven distorsionadas por intereses de poder minúsculos y manipulación interna, en lugar de representar la voluntad y las necesidades de la ciudadanía genuinamente.
Este sistema afecta de manera significativa la legitimidad democrática y la calidad de las decisiones en el gobierno local.
1. La Lealtad al Caudillo y la Elección Indirecta
La "lealtad al caudillo" que castra anticipadamente a la autoridad electa, se refiere a la ausencia total de capacidad de los concejales para actuar de forma independiente, tomar decisiones críticas y asumir riesgos en pro del bien común. Cuando la elección se basa en listas cerradas, los concejales llegan al cargo no por méritos políticos, técnicos, profesionales o personales, sino por la influencia del "dedo" del caudillo partidario, quien selecciona a aquellos que son leales y dóciles, garantizando su subordinación.
Como resultado, muchos de estos concejales carecen de autonomía y personalidad política, limitándose a servir como meros instrumentos de los intereses partidarios del cacique, lo que les impide representar efectivamente los intereses de sus electores.
Esta situación se vuelve paradójica en un sistema que se proclama como democrático, ya que los concejales no deben su cargo a la voluntad popular, sino a los intereses y estrategias del cacique de su partido, en quien reside el verdadero poder y capacidad total de decisiones. Así, en lugar de ser representantes de los ciudadanos, se convierten en delegados de un poder oligárquico partidario, dejando a la población sin una representación auténtica en el ámbito local.
Los concejales que llegan al cargo sin ser electos directamente por el pueblo tienen una responsabilidad política disminuida, pues su mandato no se basa en un contrato social explícito con los votantes. Esto implica que estos concejales no sienten la misma presión de rendir cuentas a una ciudadanía que no los eligió directamente, sino a los líderes de sus partidos. Esta falta de responsabilidad directa fomenta un distanciamiento entre las decisiones que toman y las necesidades reales de la comunidad. La autonomía, que debería ser un pilar de la función pública, se ve comprometida por la dependencia hacia el liderazgo partidario.
2. Déficit de Representatividad Democrática
Cuando los concejales son elegidos en listas cerradas sin un mandato directo del electorado, se produce un déficit de representatividad genuina que afecta la esencia misma de la democracia. En una democracia representativa genuina, los
funcionarios deben su cargo a la elección directa de los ciudadanos, quienes confían en ellos para defender sus intereses y expresar sus demandas en el gobierno local. Sin embargo, en el sistema de listas controladas por los jefes partidarios, los concejales no tienen un mandato claro de los votantes, sino de sus líderes partidarios, lo que genera una dependencia y subordinación política que distorsiona su rol de representación popular.
Al depender de un líder partidario y no del electorado para acceder a su cargo, los concejales no sienten la presión de responder directamente a sus comunidades. Esto les desvincula de las necesidades de los ciudadanos y, en cambio, fortalece la lealtad hacia el partido y hacia quien controla las listas. Como resultado, estos representantes tienden a alinear sus decisiones con los intereses partidarios, independientemente de si estos coinciden o no con los intereses de la comunidad a la que, en teoría, deben representar.
3. Impacto en la Calidad de los Cargos Públicos
Al ser elegidos por criterios de docilidad y obediencia, más que por capacidades o méritos, los concejales a menudo carecen de preparación técnica y experiencia profesional para ocupar el cargo, lo que deteriora la calidad de la administración pública. Los caciques políticos prefieren personas manipulables, sin autonomía ni espíritu crítico, para asegurar que las decisiones se alineen con los intereses del partido o de sus líderes en lugar de responder a las demandas y necesidades de la comunidad.
Esta dinámica se replica en el caso de los secretarios municipales, designados directamente por el alcalde, quien a menudo sigue los mismos criterios de lealtad y subordinación. Como resultado, estos cargos son ocupados por personas que no necesariamente tienen la capacidad ni la vocación para gestionar áreas tan relevantes como finanzas, salud, educación, o infraestructura. Esta falta de mérito y especialización genera ineficiencia y baja calidad en la gestión pública, afectando directamente la vida cotidiana de los ciudadanos.
4. Desprofesionalización y Baja Calidad en los Cargos Públicos
La falta de elección directa y la dependencia de las listas partidarias generan una desprofesionalización de los cargos públicos, donde los criterios de capacidad y méritos son relegados a un segundo plano. La prioridad de los jefes partidarios suele ser elegir personas que no desafíen el liderazgo y que se mantengan dóciles y manipulables ante la jerarquía interna. Este enfoque produce una baja calidad en el desempeño de los concejales, quienes muchas veces carecen de las competencias técnicas y políticas necesarias para comprender y atender los problemas complejos de la administración local.
La filosofía política, en la línea de pensadores como Platón, argumenta que quienes ocupen cargos de autoridad deben poseer conocimiento y virtudes específicas, especialmente en temas de justicia y administración pública. Para Platón, el poder debería ser ejercido por quienes demuestren competencia y virtud, asegurando que las decisiones que afectan la vida pública se tomen con responsabilidad y conocimiento. Sin embargo, la práctica de elegir representantes sin evaluar estas cualidades promueve un desgobierno y desinterés por el bien común, afectando gravemente la calidad de la gestión pública y debilitando la confianza de la ciudadanía en las instituciones.
5. Captura del Estado y Clientelismo Político
La ausencia de un sistema de elección directa de concejales fomenta prácticas de clientelismo y captación del Estado. Los jefes partidarios aprovechan su control sobre las listas para recompensar la lealtad y promover el sometimiento, consolidando una red de lealtades personales en lugar de un sistema político basado en el servicio público y el mérito. Así, los concejales y otros funcionarios electos en listas cerradas se convierten en piezas y peones de la maquinaria política, lo que fomenta la corrupción y el abuso de poder. Estos representantes suelen utilizar sus cargos para retribuir favores y asegurar su permanencia en la estructura partidaria, lo cual desvirtúa el sentido de la administración pública.
Este fenómeno es descrito en la filosofía política como la captura del Estado. De acuerdo con pensadores como Max Weber, cuando el sistema de cargos públicos se basa en relaciones personales y no en criterios de mérito, se instaura una forma de dominación política que debilita la institucionalidad, el Estado de derecho y el servicio público. Weber argumentaba que la burocracia racional-legal es el sistema más eficiente para garantizar la neutralidad y la eficacia en la administración pública, pero cuando el sistema es capturado por intereses particulares, la burocracia se transforma en una herramienta para el beneficio personal y partidario.
La práctica de elegir a concejales mediante listas cerradas y bajo control partidario puede incentivar el clientelismo, donde la lealtad a la figura del jefe del partido se convierte en el criterio principal para acceder al cargo. Este fenómeno genera una fragmentación entre los intereses del partido y los del pueblo, de modo que las decisiones y políticas impulsadas desde el Concejo terminan respondiendo a intereses internos de grupo antes que a las necesidades de la ciudadanía. Esto desnaturaliza el sentido mismo de la representación y crea una clase política "de élite", alejada de las bases sociales.
6. Limitación de la Renovación Democrática y de la Representación Real de la Diversidad Social
Los concejales elegidos bajo este esquema de listas cerradas y bloqueadas representan, en su mayoría, a una elite política y social homogénea, sin apertura a la diversidad de voces que conforman la realidad social. Esto impide la renovación política y perpetúa las estructuras de poder tradicionales, que se resisten al cambio y evitan la inclusión de perfiles frescos y alternativos.
En la práctica, se crea un círculo cerrado en el que los mismos actores de siempre mantienen el control del poder, dejando de lado las demandas y visiones de otros sectores.
7. Debilitamiento del Compromiso Cívico
Para el ciudadano, saber que no puede elegir directamente a sus representantes en el Concejo Municipal puede desmotivar su participación en el proceso electoral, en el monitoreo de las políticas locales y el deterioro de la democracia local. Este desencanto conduce a una menor implicación en los asuntos públicos y, en última instancia, a una ciudadanía desinteresada o incluso desencantada con el sistema democrático.
Cuando los votantes perciben que su poder de decisión está restringido y que los cargos de representación se distribuyen de manera discrecional, el proceso democrático pierde legitimidad y se vuelve un mero formalismo.
8. Falta de Rendición de Cuentas y Pérdida de Autonomía
Cuando un concejal llega al cargo en virtud de una lista controlada, su responsabilidad y lealtad están dirigidas hacia el líder partidario, no hacia los ciudadanos que debería representar. Esto genera una pérdida de autonomía política y limita la capacidad del concejal para tomar decisiones de acuerdo con su juicio y compromiso con el electorado. De esta manera, el concejal actúa más como un intermediario del partido que como un representante genuino de los intereses de la comunidad.
Desde la filosofía política, autores como Hannah Arendt subrayan que el poder político auténtico se fundamenta en la capacidad de actuar colectivamente en pos de objetivos comunes, y que este poder se disuelve cuando se subordina a la obediencia ciega o al interés particular. Arendt defiende la idea de que la política auténtica se realiza en el espacio público, donde las decisiones se toman en función del bien común y se rinde cuentas ante la ciudadanía. La elección indirecta y la subordinación partidaria quiebran esta visión de la política, convirtiendo el ejercicio de la representación en un proceso instrumental y de control, más que en una vocación de servicio.
Reflexión Filosófica sobre la Representación y la Elección Indirecta
Desde una perspectiva filosófica, esta situación puede analizarse a través de los conceptos de legitimidad democrática y representación auténtica. Autores como Jean-Jacques Rousseau argumentaban que la soberanía reside en el pueblo y que la verdadera democracia solo se da cuando los ciudadanos eligen directamente a sus representantes y pueden controlarlos. Según Rousseau, cualquier desviación de esta práctica, como la elección indirecta de concejales a través de listas cerradas, erosiona la legitimidad de la representación y fomenta el gobierno de una élite, donde la soberanía popular queda relegada y postergada.
En la filosofía política contemporánea, HannaTh Arendt argumentó que el poder es un fenómeno de acción colectiva y de participación, y que la autoridad de los líderes políticos debería provenir de su capacidad para dialogar y responder a las demandas ciudadanas, no de su control sobre los subordinados. En el sistema actual, el liderazgo se deforma, ya que los jefes partidarios prefieren colaboradores sumisos antes que representantes críticos y responsables, lo cual contribuye a un entorno político donde el diálogo y la responsabilidad pública son sustituidos por el servilismo y la obediencia ciega.
Seis Propuestas para una Representación Democrática Directa y Auténtica
Para remediar esta situación, se pueden considerar varias propuestas de reforma que promuevan una representación más directa y transparente:
1) Elección directa de concejales por circunscripción territorial: Cada concejal sería elegido por los ciudadanos de su distrito o circunscripción, en lugar de una lista partidaria. Esto les permitiría responder directamente a los intereses y necesidades de su comunidad, fortaleciendo su responsabilidad y autonomía.
2) Reducción de 11 a 5 concejales: Desde hace mucho tiempo estoy planteando que se reduzca la cantidad de concejales, porque el número actual no justifica por ser inútil e improductivo, y una carga pesada y onerosa en los hombros del ciudadano contribuyente yacuibeño.
3) Implementación de criterios de competencia y mérito: Establecer un proceso de evaluación de las capacidades y la experiencia de los candidatos en temas relevantes para su posición, asegurando que quienes ocupen estos cargos tengan el conocimiento y la habilidad necesarios para ejercer de manera efectiva.
4) Reformas internas en los partidos: Fomentar la democratización interna de los partidos, obligándolos a realizar procesos de selección participativos y transparentes que den voz a sus miembros y permitan una elección de candidatos más justa y representativa de las verdaderas necesidades y aspiraciones de la ciudadanía.
5) Mayor control ciudadano y mecanismos de rendición de cuentas: Desarrollar herramientas para que la ciudadanía pueda exigir mayor responsabilidad a sus concejales y secretarios municipales, como audiencias públicas periódicas, informes de gestión y consultas ciudadanas. La ciudadanía debe tener el poder de cuestionar y, eventualmente, de sancionar la gestión inadecuada de sus representantes.
6) Incorporación de mecanismos más blando de revocatoria de mandato: Un mecanismo de revocatoria de mandato más blando permitiría a la ciudadanía remover de su cargo a aquellos concejales que no cumplan con sus deberes o que actúen en beneficio de intereses partidarios en lugar de los intereses comunitarios. Esto se traduciría en un sistema de control social efectivo, que desalienta la subordinación partidaria.
Reparar esta Falla Estructural
La elección de concejales y secretarios municipales en listas controladas por los jefes de los partidos políticos, y no por el pueblo de manera directa, constituye una falla estructural en la representación democrática. Al reducir la autonomía de los concejales y al primar la lealtad partidaria sobre el mérito, la competencia y el compromiso ciudadano, se afecta negativamente la calidad de la gestión pública y se socavan los principios de igualdad y representación política.
En un verdadero sistema democrático, los representantes deben ser elegidos directamente por el pueblo, con base en criterios de capacidad y compromiso, y deben rendir cuentas a la ciudadanía, no a los intereses de una élite partidaria. La elección directa y el fortalecimiento de la rendición de cuentas son pasos fundamentales para consolidar una democracia auténtica, donde los intereses del pueblo, y no los del partido, sean la prioridad en la administración pública.
Este fenómeno de la lista cerrada y bloqueada, donde los jefes partidarios eligen a los concejales de manera discrecional, socava los fundamentos de una representación democrática genuina. En lugar de reflejar la voluntad popular, estos concejales reflejan los intereses, preferencias y estrategias de un líder o cúpula política, eliminando la posibilidad de un mandato auténtico, donde los electores premien o castiguen en las urnas el desempeño individual de sus representantes.
Yacuiba, 28 de octubre de 2024
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