El dedo en la llaga |
ESTEBAN FARFÁN ROMERO
Periodistas Preconizadores
Me pregunto, ¿donde debemos estar los periodistas?, ¿a lado del poder o del ciudadano? ¿Qué tipo de intereses debemos defender? ¿Del poder? Sea cualquiera este poder. Político, económico, religioso. La gran pregunta, motivo de ardientes debates en la universidad, ¿debemos tomar partido?
Por:
Esteban Farfán Romero* | Sábado, 09/05/2015
"Periodismo
es publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo demás son
relaciones públicas".
George Orwell
En
Bolivia, mañana es el Día del Periodista, establecido en honor a un valiente abogado
que hacia de periodista (Cirilo Barragán) que fue primero desterrado a Los
Yungas y luego ejecutado (fusilado) sin juicio en Oruro, por orden del dictador
Mariano Melgarejo, (supuestamente) el 10 de mayo de 1865. Una serie de críticas
a su gestión molestó mucho al caudillo, lo que desató su ira que fue aplacada
con la muerte del hombre de la pluma.
El
Día del Periodista recién fue institucionalizada el año 1943, aunque el Decreto
fue creado en 1938 en la presidencia de German Busch (justo cuando acabó la
Guerra del Chaco). Con esta norma se reconoció al periodismo como profesión y
se estableció algunos derechos sociales, que nunca se cumplieron.
Sin
embargo historiadores como Jaime de la Fuente Patiño y Nicanor Aranzaes afirman
que el abogado Cirilo Barragán no fue ejecutado en esa fecha, los motivos no
fue por sus escritos solamente (publicados en su folleto “El Juicio Público”,
sino por haber encabezado una/varias revuelta en su contra aprovechando un
momento de ausencia del dictador, proclamando presidente a Manuel I.
Belzu. Los hermanos Barragán (Cirilo,
Vicente y Román), eran políticos activos proBelzu que defendían sus ideas políticas
en las calles y a través del único medio de comunicación masivo existente en
ese momento, la prensa.
Investigaciones
revelan que Alberto Gutiérrez, picante detractor de Melgarejo, publicó un libro
“El Melgarejismo” (1916), en el que distorsiona la verdad de los hechos,
cargando tintas contra el dictador tarateño. Esto habría que investigar para no
seguir persistiendo en el error histórico.
Creo
que el 10 de mayo se establece como Día del Periodista porque ese día Busch
aprobó un Decreto que reconocía la profesión y algunos derechos sociales porque
no hay ninguna mención a Cirilo Barragán el considerando. Busch aprobó dicho
decreto por recomendación de la delegación boliviana que participó en la VI
Conferencia Internacional Americana realizado en La Habana en 1928, (del 16 de
enero al 20 de febrero) y que aprobó la realización de Congresos Panamericanos
de Periodistas y el establecimiento de la “Jubilación, pensión y montepío para
los periodistas”.
La
resolución dice: La Sexta Conferencia
Internacional Americana, Resuelve: Recomendar a los países de América:
1º. Que reconozcan al periodismo su
categoría de función pública;
2º. Que establezcan en sus legislaciones la
jubilación, pensión y montepío para los obreros intelectuales y manuales de la
prensa diaria y periódica, incluyendo en ella a los corresponsales noticiosos o
agentes de informaciones;
3º. Que la Caja de Pensiones, Jubilaciones y
Montepío esté formada por los aportes: a) de los beneficiados; b) de las
empresas de prensa; c) por subsidios fiscales; d) por donaciones e ingresos
extraordinarios.
Cada país determinará la proporcionalidad de
estos aportes, conforme a sus propias modalidades. (La Habana, 18 de febrero de
1928).
Pero
mas allá de estos datos históricos, que me parecen muy importante, lo que deseo
es hacer una breve reflexión del rol de los periodistas en el escenario público,
administrando un bien público como es la información. Se que me van a llover
rayos y centellas por lo que diré/escribiré aquí, pero estoy acostumbrado a
sufrir este tipo de vituperios, en su mayoría viscerales, cuando digo lo que
pienso, porque ineludiblemente afecto intereses apoltronados.
Con
la llegada de Evo Morales al Gobierno, la polarización política en el escenario
público se ha acentuado entre pros y contras. Esta división de los políticos y
de la sociedad, ha afectado por defecto también a los periodistas.
En
la actualidad, fácilmente se puede identificar a los periodistas que están a
favor y en contra del Gobierno, más evidentes y notables son los pros. Esta especie de dicotomía mediática
ciega, fanática, irracional y acrítica está erosionando el capital más importante
y preciado que tiene la prensa, la credibilidad. Por eso la prensa ha bajado mucho
en credibilidad. Cuantiosos de manera indisimulable ya no son periodistas, sino
fanáticos, fans fascinados, hechizados e hipnotizados con el mesianismo populista
de Evo Morales.
Antes
de seguir, creo que debemos hacer una pregunta de Perogrullo, ¿qué es ser
periodista? Porque parece que periodista es todo aquel el agarra un micrófono
dice cualquier cosa o teclea una computadora. En los pueblos, es suficiente que
cualquier persona compre una Radio, y se declare periodista.
En
el caso del Chaco y Tarija, han aparecido ‘periodistas’ insipientes como hongos
por todos lados. Así como muchos que no gustan la matemática, optan
periodismo/comunicación en la universidad para estudiar, de la misma forma
muchos desempleados que deambulaban por las calles buscando algún apega y/o profesionales
mediocres, se alquilaron un espacio de radio/televisión o se compraron un medio
y se autodenominaron periodista, y listo.
Sobre
esto Sandra Crucianelli, periodista especializada en periodismo de
investigación y periodismo de precisión, dice: "Muchos han estudiado
periodismo huyendo de las matemáticas y de las estadísticas. Hay malas
noticias: para ejercer periodismo hoy se requiere un nivel de precisión
imprescindible.”
En
el caso de Tarija /Gran Chaco muchos han hecho negocios jugosos con la prensa,
se han convertido en millonarios aceleradamente, cuando hace poco estaban en la calle.
Contrataron un espacio, o se compraron un medio, adoptaron el formato sensacionalista
en el que a golpe de escándalos/espectáculos ruidosos ganaron audiencia y
después con los políticos jugaban a la extorsión favoreciéndose con jugosos
contratos de publicidad y contratos de provisión de bienes y servicios, a cambio
de propaganda, silencio, apriete, escandalo promovidos, etc.
El
asambleísta Wilman Cardozo ha denunciado públicamente en reiteradas ocasiones
que por lo menos dos medios muy conocidos en Yacuiba se han beneficiado de
jugosos contratos con sumas desproporcionadas de la caja pública. De manera
descarada se han convertido en propagandistas exclusivos de precandidatos y candidatos del MAS, habilitando
espacios hasta de tres horas con preguntas flojas, generales, y simples, con
una conducta genuflexa indisimulable, cerrando el paso a los opositores. ¿Preguntas
inquietantes? Nunca. Bajan la cabeza y se traicionan por una monedas. Tienen
mas lados que un dodecaedro.
En
Yacuiba tenemos como periodistas a personas que no tienen ninguna formación en
periodismo, que dieron un gran salto de ser disc jóquey, chofer, animadores a
periodistas. No es necesario que se pase por la Universidad, hay muchos
periodistas autodidactas muy respetados. Ahora con la internet no hay excusas.
Cuando estudiaba, había que salir corriendo primero del pabellón para encontrar
el libro requerido en la Biblioteca, ahora con un clic, se consigue un océano
de material variadísimo; es una locura, es fascinante, no hay pretextos.
Yacuiba
y Tarija esta poblada de periodistas mediocres, llanos, simples, conformistas
que no hacen el mínimo esfuerzos, ni siquiera por informarse para tener el
contexto, elemento esencial para ejercer esta profesión/oficio. Están ahogados
en un océano de conocimientos de periodismo, política, sociología, derecho de 2
centímetros de profundidad. Pero son muy hábiles para hacer billetes rápido
usando el periodismo. Han hecho del periodismo un lucrativo negocio, en el que
lo único que les interesa son los cheques con varios ceros. Se ha
desprestigiado mucho la prensa, por culpa de uno cuantos que al no tener
vocación, comercian con un bien público muy preciado e importante para
consolidar la democracia y su institucionalidad. Han hecho del periodismo un
oficio, no una profesión. Se han convertido en expertos en corte y confección. Cuando
los escucho, me pregunto; ¿lo dicen porque está convencido o porque está
sometido?
Ahora
que la Internet ha democratizado la comunicación/información, se facilita usar cualquier
plataforma y convertirse en periodista, ahora con apellido de ciudadano. No
estoy de acuerdo con este tipo de denominación, porque el periodista requiere
de un rigor, un protocolo, información, formación, pero bueno. Lo triste es que
hay periodistas que alientan este tipo de moda. Pero, ¿qué es un periodista?
La
famosa Wikipedia dice: “Un periodista es
la persona que se dedica profesionalmente al periodismo, en cualquiera de sus
formas, ya sea en la prensa escrita, fotografía, radio, televisión o medios
digitales. Su trabajo consiste en descubrir e investigar temas de interés
público, contrastarlos, sintetizarlos, jerarquizarlos y publicarlos. Para ello
recurre a fuentes periodísticas fiables y verificables. Así elabora sus
artículos, que pueden tomar varias formas para su difusión: oral, escrita,
visual.
Existen varios principios que guían
la labor del periodista, el principal de los cuales es el respeto por la
verdad, el rigor en la búsqueda de la información fidedigna y verificable. En
general, se considera buen periodista al que consigue información relevante,
breve y exacta en el menor tiempo posible.”
Mas
allá de lo conceptual, lo importante es definir la conducta que debe asumir el
periodista en situación de crisis y de cambio permanente. Pienso que el credo como
culto dogmático de la imparcialidad, objetividad, balanceo, equilibrio que
tanto énfasis se hace en las universidades, tomado como la Santa Palabra de
Dios aplicada de manera secante a pie juntillas, desvencija, amputa, neutraliza
e impide al periodista cumplir con su verdadero rol de intermediario social. Este
credo se ha convertido en un sofisma de distracción.
Me
pregunto, ¿donde debemos estar los periodistas?, ¿a lado del poder o del
ciudadano? ¿Qué tipo de intereses debemos defender? ¿Del poder? Sea cualquiera
este poder. Político, económico, religioso. La gran pregunta, motivo de
ardientes debates en la universidad, ¿debemos tomar partido?
Yo
creo que si, porque no creo que haya periodistas neutros, independientes,
objetivos, veraces. Este debate se ha superado en la década de los 60. ¿Los
periodistas debemos asumir posiciones? Los periodistas debemos dejar de una vez
por todas, de pretender que somos neutrales. Eso no es cierto.
Yo
creo que debemos aprovechar nuestra condición privilegiada para usar el
periodismo como un arma efectiva y positiva para el único propósito noble que
engrandece y distingue nuestra profesión; la justicia social. No somos jueces,
ni fiscales, ni jurados, pero si somos testigos que podemos/debemos usar
nuestras acciones para defender los derechos humanos siempre de lado del débil,
para que este mundo sea mejor, sea mas habitable.
Yo
creo que la prensa debe ser militante defensora del débil, de la víctima, del
pobre, del menos. Debemos tomar postura, cuestionar con personalidad, autoridad
a los que abusan en el ejercicio del poder mas allá de las ideologías. El
periodista no puede estar en el lado del poderoso, es el lugar equivocado.
Desde Herodoto hasta ahora, los periodistas exitosos siempre, pero siempre,
estuvieron en el lado de los débiles buscando justicia social, más allá de las doctrinas
políticas, religiosas, económicas. Frente al abuso, le periodismo debe ser
(necesariamente) contrapoder.
Claro
que técnicamente, los periodistas deben observar el rigor de la objetividad y
el balanceo clásico, pero esa obsesión por los datos y las pruebas no debe inhibir
al periodistas de pensar, reflexionar y asumir una posición.
Los
políticos antes mandaban al cadalzo a los que pensaban diferente, ahora son las
sutiles. Aplican el palo y la zanahoria. A los periodistas preconizadores se
los premia con contratos enjundiosos y a los críticos, se los asfixia,
persigue, ridiculiza, estigmatiza.
Los
populistas, que no disimulan sus rasgos autoritarios, identifican a la prensa
como su enemigo a la que hay que combatir. Clasifican a la prensa como
buena/mala. La que hace de simple amplificadora, propagandista es la buena; la
critica, la que investiga, la que se pone de lado del débil es la mala. Recuerdo
que Rafael Correa, obsesionado con la prensa mala, se quejó en la Cumbre de las
Américas sobre el trabajo de la prensa independiente y tuvo una respuesta
brillante del presidente Obama.
Creo
que el periodista debe mantener una distancia prudente del poderoso/del poder.
Como dice Jorge Ramos, “entre ser amigo y enemigo (del poderoso) del
presidente, del político, del general o del dictador, la decisión es muy
sencilla; soy reportero, no quiero ser tu amigo”. No puede estar un periodista
de lado del poderoso y llamarse periodista, porque sencillamente ha perdido esa
condición. La naturaleza, el ADN del periodismo es ser contrapoder. Lo contrario
es seguir la tradición objetiva de prosa.
La
única manera honesta de hacer periodismo es dejar de ser (hipócritamente)
neutral y asumir partido. No hay tal neutralidad/objetividad, porque
sencillamente somos personas, no máquinas, tenemos razón, cultura, valores, y
todo un sedimento de experiencias acumuladas que nutren/impulsan nuestras
subjetividades.
Recuerdo
que en tiempos de opositor, Evo Morales como dirigentes cocalero y después
diputado, mantenía una relación fraternal y muy amistosa con los periodistas,
porque le posibilitaban escenarios de visibilización efectivos. Muchos
periodistas creyeron (ingenuamente) que Morales una vez en el poder,
continuaría con esa relación amigable. Las cosas cambiaron inmediatamente Morales
se hizo del poder. La prensa se ha convertido de la noche a la mañana en su
principal enemigo, y de manera vergonzosa y abusiva, en muchas ocasiones ha humillado
a inermes periodistas de calle. ¿Qué pasó? Simplemente Evo Morales comenzó a
representar el poder efectivo y la prensa es antipoder, por lo tanto su
enemigo. Rubén Blades dijo: El poder no corrompe; el poder desenmascara.
Hace
poco se ha publicado una entrevista a un periodista militante, Jaime Iturri, en el que ha dicho que “no cree en la
independencia (de los periodistas), sino en el profesionalismo”. Iturri es conocido por tener facilidades para
actuar de acuerdo a las circunstancias políticas. En tiempo de los partidos tradicionales,
ha sido importante pieza en algunos emprendimientos empresariales que ha
favorecido a los gobiernos de turno con la bajada de línea. El aludido Andrés
Gómez (Erbol) le ha respondido diciendo que “no es amanuense, es periodista”.
Respuesta perfecta y precisa. Amanuense es un escribano que registra lo que le
dicta, lo que llamo periodistas notarios.
Estoy
de acuerdo con Iturri en que el periodista no es independiente, pero el Director
de Contenido de ATB lo hace para justificar su posición. Iturri está en el lado
equivocado de la disputa, porque el periodista deja de serlo cuando se pone de
lado del poder. María Galindo escribe en Página Siete un interesante columna
dedicada a Iturri.
Hay notables periodistas
valientes que ante la injusticia después de reflexionar, se opusieron al poder
arriesgando sus vidas. Podemos nombrar a algunos famosos, Edward R. Murrow se
enfrentó con el poderoso e influyente senador Joe MacMarthy, Walter Crontike
criticando duramente y de manera incansable la Guerra de Vietnam, los
reporteros del poderoso Washington Post contra el presidente Nixon. Nuestra
Christiane Amanpour de CNN contra el presidente
Bill Clinton por la guerra de Bosnia, Anderson Cooper contra el presidente
Bush. Hace poco Carmen Aristegui hizo una denuncia que ha hecho temblar al
presidente Peña Nieto sobre un hecho de corrupción, y como respuesta fue echada
de su trabajo. Jorge Lanata en la Argentina.
En nuestro país,
tenemos a Carlos Montenegro, Luis Espinal, Carlos Valverde, Amalia Pando, Andrés
Gómez y otros sin mucha bulla hacen su trabajo.
Cuando un periodistas
se pone de lado del poder, deja de ser periodistas y se convierte en
propagandista, en militante. No podemos /debemos escudarnos en la manida
neutralidad para aparentar ser periodistas. Abundan periodistas que están muy
cómodos y conformes apegados a la “verdad oficial”
He aprendido que el
silencio es el peor pecado que puede cometer un periodistas. Muchos han ganado
mucho dinero ilícitamente con el silencio. Porque muchas veces el negocio no es
publicar o dar cobertura, en muchas/muchísimas, es el silencio, la vista en
otra parte.
El buen periodismo
siempre cuestiona al poder, y si no lo cuestiona, entonces hace propaganda, yo
creo que tiene que cuestionarlo aun cuando las cosas estén bien, porque es
obligación del funcionario público hacerlo bien. Yo creo que el periodismo no
debe alabar al poderoso. Muchas veces el poder está disfrazado, lo que se ve no
representa el poder. Si no cuestionamos al poder, nos convertimos en una simple
y vulgar gacetilla.
La esencia del periodismo
intencionado y comprometido es la búsqueda de la verdad, y la verdad no esta
sentada en un esquina esperando la llegada de un reportero despistado a que se
tropiece con ella y la recoja en su estado original; pura, casta, limpia,
inmaculada y trasladarla cuidadosamente
sin contaminaciones subjetivas, ni intereses, tratada de manera
profesional, objetiva, balanceada y equilibradamente a los lectores y
audiencia. Hay una verdad que corre debajo de la superficie.
Edward Bernays, sobrino de Sigmund Freud, experto en técnicas
de manipulación colectiva llamó “la ingeniería del consenso” al manejo que
hacen los poderosos al administrar “las opiniones” enmascaradas de la sacrosanta
“opinión pública”.
Bernays, escribe en su exitoso libro La Ingeniería del
Consenso: “La manipulación consciente e
inteligente de los hábitos organizados y opiniones de las masas es un
importante elemento en la sociedad democrática. Aquellos que manipulan el
mecanismo oculto de la sociedad constituyen un gobierno invisible, que es el
verdadero poder que gobierna nuestro país. (…) Somos gobernados, nuestras
mentes moldeadas, nuestros gustos formados, nuestras ideas sugeridas mayormente
por hombres de los que nunca hemos oído hablar. En casi cualquier acto de
nuestras vidas, sea en la esfera de la política, de los negocios, en nuestra
conducta social, o en nuestro pensamiento ético, estamos dominados por un
número relativamente pequeño de personas que entienden los procesos mentales y
los patrones sociales de las masas. Son ellos quienes manejan los hilos que
controlan la opinión pública”
¿Frente a esta
realidad me piden neutralidad? Los que detentan del poder políticos, se siente
muy cómodos, complacidos con los
periodistas que presumen de ser neutrales y objetivos. Formamos parte de un
mundo en el que nosotros no podemos ser neutrales como si fuéramos una
computadora o máquina de escribir que hace lo que le dictan u ordenan. Se
confunde neutralidad con hipocresía e indiferencia, con mediocrismo.
¿Cómo ser neutral ante
tanta impunidad, corrupción, degeneración, antivalores, abuso, autoritarismo,
descomposición? No me pidan neutralidad, imparcialidad cuando en mis narices se
roban la plata que pertenece al pueblo, al niño que queda sin educación, al
pobre que no puede pagar su salud en una clínica privada, al estudiante que es
asesinado por un celular porque hay inseguridad en las calles. Veo demonios
caminando en los pasillos del poder muy orondos, impunes disfrazados de
humanos, ¿y quieren que cierre la boca y apague mi computadora?
Desmond Tutu dijo: “Si
permaneces neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del
opresor". El periodismo verdadero debe ser combativo y reivindicativo por
esencia. Debemos recuperar la naturaleza del periodismo puro, verdadero, sin
disfraces, sin anestesia. El periodismo no es solo una técnica, es una función
social de servicio
Hay políticos poderosos
que se sienten muy incómodos con el que piensa y escribe críticamente. Para
ellos el periodista ideal es el aséptico, el ensortijado, el que no hace
preguntas incómodas, difíciles y perturbadoras, sino el acrítico, el que agacha
la cabeza, el que enciende la grabadora para que diga lo que quiere y transcriba
literalmente lo que desea que se publique. Según ellos, el periodista esta
castrado intelectualmente, está prohibido pensar, no puede interpelar, exigir
respuestas, menos criticar.
No me pidan
neutralidad, me declaro total y absolutamente parcial en la búsqueda de la
verdad, estoy matriculado con la verdad, la transparencia. Creo que mas allá de los principios de la
objetividad e imparcialidad que algunos teólogos de la comunicación siguen
predicando desde los púlpito del poder en plena complicidad, es tiempo de
debatir la transparencia que debe poseer un periodista. Hay estudios que
demuestran que la audiencia cree/confía más en el periodista que dice lo que
piensa/cree, que aquel que se vanagloria de ser imparcial y objetivo, cuando en
realidad no lo es.
Parafraseando a
Orwell, periodismo que no incomoda, no es periodismo, periodismo que adormece,
que requiebra, que congela la crítica, es militante del poder, es amanuense, es
escribano, no periodismo. El periodismo tiene la misión de alertar, de despertar
la conciencia colectiva, de liberar la verdad, de alimentar cultura, no de
dominar, o ser instrumento de dominación y sumisión desorganizando,
confundiendo. Son tiempos del periodismo de precisión y de investigación.
Para bien, la Internet
ha sacudido y alterado los modelos clásicos de comunicación, por lo que si el
periodismo no se acomoda a los cambios que estamos atravesando, irá perdiendo
terreno, valor. Ha llegado el momento del cambio. Sabemos muy bien que no es el
más fuerte o más inteligente el que sobrevive, sino el que se adapta a los
tiempos, sin perder la esencia. Lo preocupando es que ante los cambios que
suceden a nuestro alrededor, estamos perdiendo poco a poco la capacidad de
intermediación. La sociedad está comenzando a distinguir el periodismo del
simple ruido. Las redes sociales cada día ocupan más espacio que antes eran
sagrados de los periodistas. Y vienen por más. Ya no somos la quintaesencia.
Lo mejor del
periodismo se produce cuando nos atrevemos a tomar postura, cuando cuestionamos
a los que están en el poder y evitamos que abusen de su autoridad, cuando
denunciamos una injusticia, cuando los desenmascaramos. Esta acción produce una
satisfacción que no se compra con nada.
Hay tres tipos de
periodistas: Los que se limitan a hacer su trabajo reduciéndose a cumplir su
trabajo de transmisores sin hacer mayores esfuerzos por mejorar su condición. Los
que han hecho del periodismo un negocio lucrativo en el que por sobre todas las cosas está el
dinero. Han decidido comerciar con la información de manera abierta y
desembocada. Y los que ha tomado el periodismo como apostolado, que desarrollan
sus actividades con idoneidad comprometidos con la sociedad.
La única forma de hacer
periodismo honesto, es tomando partido. Somos periodistas críticos o apologistas
del poder. Nosotros elegimos qué lugar ocupar.
Que el Día del
Periodista sirva para reflexionar de manera autocrítica sobre nuestra realidad,
y mejorar nuestro trabajo renovando los votos con la sociedad. (Yacuiba 09/05/15).
*ESTEBAN FARFÁN ROMERO, es periodista, analista político y docente.
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