miércoles, 8 de enero de 2025

OPNIÓN I El fabuloso negocio de hacer politiquería con la pobreza y desgracia de los infortunados - Esteban Farfán Romero 8El Marucho)

 EL DEDO EN LA LLAGA

 

 

El fabuloso negocio de hacer politiquería con la pobreza y desgracia de los infortunados

Por: Esteban Farfán Romero[1] (El Marucho[2])

Libertad, Igualdad ante Ley, Gobierno reducido y Economía de Mercado Libre.[3]

E-Mail: elmarucho@elmarucho.com

 

 

«La mentira es una herramienta política de los que no tienen ideas verdaderas que ofrecer.»

— Friedrich Nietzsche

 

«El precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres.»

— Platón

 

«La política, cuando se aleja de los principios éticos, se convierte en un mero juego de poder.»

— Mahatma Gandhi

 

Desde hace mucho tiempo, deseaba escribir sobre este importante tema que me producía un ardor en el corazón, hasta que no soporté el calor del fuego, y me di el tiempo para reflexionar sobre el asunto, que considero muy serio, porque es parte de la dilatada práctica de la vieja política criolla ramplona y vulgar de Yacuiba; la política de la mendicidad y la instrumentalización cínica y desvergonzada de una acción cristiana virtuosa muy importante y piadosa, como es la solidaridad.

 

En este documento voy a realizar una disección rápida, una crítica axiológica al populismo cavernario y desenmascarar su clara intención perversa de perpetuación de la pobreza, como estrategia oculta, para mantenerse en el poder y preservar los privilegios.

 

Especialmente en esta época de Navidad, como en tiempos cercanos a las elecciones, asistimos nuevamente al grotesco y obsceno espectáculo de viejos y malos políticos que, bajo la fachada de solidaridad, reparten regalos y beneficios materiales a niños y familias pobres, instrumentalizando el sentimiento moral cristiano para obtener ventajas personales. Este fenómeno, que llamo la política de la mendicidad, es una de las prácticas más grotescas y aborrecibles de la vieja política, una estrategia que revela el verdadero rostro del populismo cavernario: perpetuar la pobreza porque, gracias a ella, estos políticos se mantienen en el poder.

 

La vieja y rancia clase política tradicional revive su vieja estrategia: actos públicos de entrega de regalos a los niños, campañas solidarias intensamente publicitadas en los medios de entrega de objetos necesarios a personas seleccionadas previamente con alta y urgente necesidad, todo bajo la bandera de la "solidaridad". Pero, lejos de ser un gesto de humanidad, estos actos son la manifestación más aborrecible de lo que llamo la política de la mendicidad. No es solidaridad, sino la explotación calculada del sufrimiento humano para construir una narrativa política personalista y populista.

 

En la ética cristiana, la solidaridad es un principio fundamental, y se relaciona con el mandamiento de amar al prójimo como a uno mismo. La solidaridad cristiana se basa en la caridad, que es el amor desinteresado, sin esperar nada a cambio y entregado a los demás por amor a Dios. Eso significa, que no debe ser instrumentalizado.

 

Jesús señaló que una característica de la verdadera solidaridad es que ésta es reservada, secreta. "Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará", dijo Jesús en Mateo 6:3

 

Jesús enfatizo este aspecto, porque los religiosos, escribanos y fariseos, a los que llamó hipócritas, generación de víbora, sepulcros blanqueados, detenían el trafico y hacían tocar trompetas, para que todos vean, que eran solidarios con los menesterosos. Exactamente como suceden en la actualidad, solo que ya no se usan las trompetas, sino los medios de comunicación y las redes sociales.

 

Curiosa y paradójicamente, los que practican este tipo de ominosas acciones políticas, son los mismos que han desgraciado a Yacuiba y al Chaco, con sus (malas) decisiones, condenando a miles de chaqueños, a la pobreza y miseria.

Lo grave, es que se tienen (buenos) alumnos, nuevos que ingresan a la política, que copian fielmente estas ominosas y viejas prácticas, y las reproducen, con el fin de hacerse del poder usando el mismo método, haciendo de la política un comercio, cuando lo que deberíamos hacer es que estas conductas se corten de cuajo.

 

Esta práctica no solo es inmoral; es corrosiva. Perpetúa la pobreza, vacía de significado la acción política y erosiona la dignidad de las personas. Los políticos que recurren a esta táctica reproducen un sistema de dependencia que les garantiza relevancia. ¿Por qué? Porque su éxito político depende de la existencia de ciudadanos empobrecidos que sean susceptibles de ser manipulados a través de gestos simbólicos, pero vacíos de compromiso estructural.

 

La solidaridad genuina implica un acto desinteresado que busca mejorar la vida de los demás, mientras que lo que vemos en estas prácticas es una burda instrumentalización del sufrimiento humano. No se trata de justicia social ni de un compromiso con las ideas, sino de una manipulación espuria del dolor para proyectar una falsa imagen de cercanía y empatía. Como bien señala la filosofía política desde Platón, quien se decepcionó de la democracia viendo cómo personajes como Alcibíades traicionaban su esencia, la política no debe ser un espectáculo de prebendas, sino una plataforma de ideas, propuestas y confrontación crítica que busque el bien común.

 

La política de la mendicidad: la perpetuación de la pobreza como estrategia de poder

 

La política, cuando se practica con ética y visión, debería ser un instrumento para transformar la sociedad, superar desigualdades y construir un futuro mejor para todos. Sin embargo, en Yacuiba, persiste arraigado en la vieja clase política una forma degradante de hacer política que convierte la pobreza en un activo político. Esta práctica, que denomino la política de la mendicidad, no solo perpetúa la desigualdad, sino que degrada los valores democráticos, socava la dignidad humana y convierte a la solidaridad en una herramienta de manipulación.

 

La pobreza como recurso político: una relación perversa

 

El núcleo de la política de la mendicidad radica en una relación perversa entre los políticos y las condiciones de pobreza que afectan a amplios sectores de la población. Para estos líderes, la pobreza no es una tragedia que debe resolverse con políticas públicas estructurales transversales; es una herramienta indispensable para su supervivencia política, disfrute y goce del poder.

 

El populismo —especialmente en su variante más cavernaria y anacrónica— ha encontrado en la pobreza un terreno fácil y fértil para el clientelismo y el prebendalismo. En lugar de empoderar a los ciudadanos, estas prácticas los mantienen en un estado de dependencia perpetua. Los regalos navideños, las sillas de rueda, muletas, las bolsas de alimentos y las promesas de ayudas inmediatas son solo ejemplos superficiales de una estrategia más profunda: mantener a las masas en la pobreza para garantizar su lealtad electoral.

 

Como señaló el economista Amartya Sen, la pobreza no es solo una falta de ingresos, sino una privación de capacidades. Sin acceso a educación, salud, empleo digno y participación política efectiva, los ciudadanos se convierten en sujetos pasivos, susceptibles a las manipulaciones de estos políticos que posan como benefactores, pero actúan como perpetuadores de un sistema injusto.

 

La instrumentalización de la solidaridad y de la pobreza: un recurso político perverso.

 

La pobreza no es solo un problema económico; es, en manos de políticos sin escrúpulos, un capital político. El populismo cavernario —heredero de una izquierda obsoleta que romantiza la marginalidad— ha perfeccionado la estrategia de perpetuar el sufrimiento para asegurar su supervivencia. En este esquema, el ciudadano no es un sujeto político pleno, sino un receptor pasivo de migajas, limosnas.

 

Esta lógica está profundamente arraigada en el prebendalismo, una práctica en la que los recursos públicos se distribuyen de manera clientelar, no como un derecho, sino como una dádiva. Lo más grotesco de esta práctica es que convierte la pobreza en una herramienta funcional al sistema político. Estos actores necesitan mantener las condiciones de vulnerabilidad para seguir proyectándose como "redentores".

 

Lejos de buscar soluciones estructurales, estos políticos eluden debates serios sobre justicia distributiva, políticas públicas sostenibles y reformas profundas. Se refugian en una teatralidad que apela al sentimentalismo, y lo hacen con éxito porque han aprendido a manipular los valores más profundos de la sociedad, como la solidaridad y la empatía, vaciándolos de contenido genuino.

 

Una grotesca y obscena manipulación moral

 

Uno de los aspectos más aborrecibles de esta práctica es la manipulación de valores profundamente humanos como la solidaridad y la empatía. En épocas como la Navidad, estos políticos apelan a los sentimientos de compasión de la ciudadanía, pero no para resolver problemas estructurales, sino para obtener réditos personales.

 

Es importante entender que esta estrategia no es solidaridad en el sentido moral cristiano, que busca el bien del prójimo de manera desinteresada. Es una forma de instrumentalización política, diseñada para perpetuar un sistema de lealtades clientelares. En este contexto, la pobreza no se combate; se administra y se reproduce.

 

La vieja política: prebendalismo, clientelismo y populismo cavernario

 

La política de la mendicidad no es nueva. Está profundamente arraigada en las tradiciones prebendales y clientelares que han dominado gran parte de la política latinoamericana y global. En estas prácticas, el poder político no se basa en la capacidad de transformar la realidad, sino en la habilidad de repartir beneficios de manera discrecional.

 

El filósofo y político italiano Niccolò Maquiavelo, en El Príncipe, advertía sobre la importancia de mantener al pueblo satisfecho para preservar el poder. Sin embargo, esta satisfacción no debe entenderse como la provisión de derechos y oportunidades, sino como una táctica de control basada en la dependencia. En el caso de la política de la mendicidad, este control se logra a través de gestos simbólicos que no resuelven problemas, pero generan una percepción de "cercanía" con el pueblo.

 

La vieja política: prebendalismo y clientelismo

 

Los (viejos y nuevos) políticos que recurren a estas prácticas no solo representan lo peor y miserable de la vieja política, sino que también reproducen eficazmente las condiciones que dicen discursivamente combatir. La pobreza no es una desgracia que simplemente aprovechan; es el terreno que necesitan para florecer y beneficiarse. En palabras claras: viven de la pobreza. Cuanto mayor sea la desigualdad, más fácilmente se consolidan como "líderes carismáticos" que "ayudan al pueblo". Es un ciclo perverso donde no hay intención de cambiar estructuras, solo de mantenerlas para su beneficio.

 

Lo más indignante es que estas estrategias han funcionado durante décadas, pero los tiempos están cambiando. Las redes sociales han revolucionado la forma de hacer política, derribando paradigmas verticales y prebendales. Antes, la relación entre político y ciudadano era unidireccional: el primero dictaba y el segundo obedecía. Ahora, vivimos en una era de relaciones horizontales donde las lealtades son efímeras y las legitimidades temporales. La gente está más informada, crítica e interactiva.

 

Una política desprovista de ideas

 

La política, entendida como el arte de lo posible, debería basarse en la confrontación de ideas y en la construcción de consensos que busquen el bien común. Sin embargo, la política de la mendicidad carece de toda profundidad intelectual. Es un espectáculo vacío, un despliegue de gestos calculados para la fotografía, diseñado para obtener beneficios inmediatos.

 

Platón ya advertía sobre los peligros de una democracia sin educación y ética, donde la mayoría puede ser fácilmente manipulada por líderes carismáticos y demagogos, como Alcibíades. En lugar de elevar el nivel del debate, estos políticos lo degradan, sustituyendo el intercambio de propuestas por actos simbólicos que no resuelven problemas de fondo.

 

La profesionalización de la política exige abandonar estas prácticas. Los líderes verdaderamente comprometidos no deben apoyarse en gestos simbólicos, sino en propuestas sólidas y ejecutables. Los ciudadanos no son mendigos; son sujetos políticos que merecen respeto y soluciones reales.

 

Una nueva sociedad crítica e implacable

 

Vivimos en una sociedad líquida, como bien describió Zygmunt Bauman, caracterizada por la inestabilidad y la fluidez de las relaciones sociales. En este contexto, la ciudadanía ya no tolera la vieja política de prebendas y regalos. Las redes sociales no solo informan, sino que permiten denunciar y desarticular prácticas corruptas y manipuladoras. Hoy, un político no puede esconder sus intenciones tras una bolsa de caramelos o un juguete; cada acto es escrutado y puesto en juicio público.

 

La política moderna demanda propuestas serias, análisis profundos y debates de altura. Los jóvenes que aspiran a ser líderes deben aprender que la política profesional no se construye sobre la instrumentalización de la pobreza, sino sobre la confrontación de ideas y la capacidad de transformar la realidad mediante proyectos concretos. Es hora de dejar atrás el populismo cavernario y mendicante que ha caracterizado a tantos líderes en América Latina.

 

La ruptura del paradigma: La revolución e impacto de las redes sociales y el fin de la política clientelar

 

El surgimiento de las redes sociales ha transformado radicalmente el panorama político. Estas plataformas han puesto fin a la unidireccionalidad que caracterizaba a la política tradicional, donde el político era el emisor y el ciudadano, un receptor pasivo. Hoy, la relación es horizontal, interactiva e inmediata.

 

Las redes han permitido a la ciudadanía organizarse, denunciar y articular respuestas críticas frente a los abusos de poder. La política de la mendicidad, basada en una narrativa vertical y paternalista, ya no tiene cabida en un entorno donde cada acción es escrutada públicamente y las legitimidades son frágiles y efímeras.

 

La realidad actual, es que vivimos en una sociedad líquida, donde las relaciones, las ideas y las lealtades son transitorias. Esto ha creado un electorado más exigente, informado e implacable. La política basada en prebendas y gestos populistas está siendo reemplazada por una demanda de transparencia, coherencia y resultados tangibles.

 

Hoy, las redes sociales están revolucionando la forma de hacer política y desafiando la vigencia de estas prácticas arcaicas. La política de la mendicidad, que antes se beneficiaba de una ciudadanía pasiva y desinformada, enfrenta ahora un entorno donde cada acto es registrado, analizado y criticado en tiempo real.

 

Las redes han democratizado la información, permitiendo a la ciudadanía cuestionar y denunciar las prácticas clientelares. Además, han transformado la relación entre los políticos y los ciudadanos, pasando de una estructura vertical y paternalista a una interacción horizontal e inmediata.

 

Sin embargo, este cambio también plantea nuevos desafíos. Aunque la ciudadanía es más crítica e informada, las redes sociales pueden convertirse en herramientas de desinformación y manipulación. La lucha contra la política de la mendicidad no solo requiere transparencia y rendición de cuentas, sino también un esfuerzo por educar y empoderar a la población para que reconozca y rechace estas prácticas.

 

Hacia una práctica política basada en ideas transformadoras y soluciones serias y profundas

 

El desafío para los nuevos líderes es abandonar los vicios e inmoralidades de la vieja política y construir una práctica basada en principios éticos, innovación y soluciones estructurales.

 

El fin de la política de la mendicidad implica un cambio radical en la forma de entender y practicar la política.

 

Esto implica avanzar hacia una práctica política basada en principios y soluciones:

 

1. Fortalecer las instituciones: Una política seria debe priorizar el fortalecimiento de las instituciones democráticas y no depender de figuras carismáticas y populistas.

 

2. Educación cívica: Una ciudadanía informada y crítica es la mejor defensa contra el populismo y el clientelismo. Es fundamental invertir en educación cívica para empoderar a las personas y fomentar una participación política activa y consciente.

 

3. Políticas públicas estructurales: En lugar de distribuir prebendas, los líderes deben implementar políticas que aborden las causas profundas de la pobreza, como la desigualdad, el acceso limitado a servicios básicos y la falta de oportunidades económicas.

 

4. Ética política: La política debe recuperar su dimensión ética, basada en la búsqueda del bien común y el respeto por la dignidad humana. Esto implica rechazar las prácticas de manipulación y promover una cultura de responsabilidad y transparencia.

 

5. Propuestas basadas en datos: Las decisiones deben sustentarse en investigaciones y análisis rigurosos, no en percepciones o sentimentalismos.

 

6. Empoderar a los ciudadanos: Más que repartir dádivas, los políticos deben garantizar el acceso a derechos, como educación, salud y empleo digno, que permitan a las personas salir de la pobreza de manera sostenible.

 

7. Ética, Compromiso y responsabilidad: Los nuevos líderes deben actuar con integridad, conscientes de que su labor no es caridad, sino una obligación con el bienestar colectivo.

 

8. Renovación de liderazgos: Los nuevos líderes deben alejarse de los vicios de la vieja política y construir una visión basada en la innovación, la sostenibilidad y el compromiso social.

 

Un cambio de paradigma

 

El fin de la política de la mendicidad no solo es deseable; es inevitable. La ciudadanía exige más y mejor política. El tiempo de los políticos que viven de la pobreza está llegando a su fin, empujado por una sociedad que ya no tolera la manipulación.

 

En esta nueva era, los líderes deberán entender que la política es un servicio, no un negocio. Es hora de construir un sistema donde la pobreza no sea una herramienta de poder, sino un desafío a erradicar. Solo entonces podremos hablar de una democracia madura y de una política que realmente transforme la sociedad.

 

La política de la mendicidad es el último resquicio de un sistema agotado. Quienes aspiren a liderar en el futuro deben aprender de sus errores y comprometerse con una nueva forma de hacer política, basada en la ética, el respeto y la construcción de un verdadero bienestar común.

 

El fin de la política mendicante

 

Si algo nos ha enseñado la modernidad es que las sociedades implacables no perdonan. La política debe evolucionar hacia un compromiso ético con el desarrollo integral de la población, donde la pobreza no sea una herramienta de manipulación, sino un desafío a superar. Solo así podremos hablar de una democracia sólida y de líderes que verdaderamente representen los intereses de la gente.

 

En conclusión, la política de la mendicidad es un truco de la vieja izquierda populista que debe ser erradicado. El futuro pertenece a quienes entiendan que gobernar es transformar, no mendigar votos con falsas promesas y regalos. La ciudadanía ya no es pasiva; es más exigente y crítica. La política de las prebendas está muriendo, y con ella, los políticos que viven de la pobreza.

 

La política como instrumento de transformación, no de perpetuación

 

La política de la mendicidad es un vestigio de un sistema político obsoleto, que ha sobrevivido gracias a la pobreza y la manipulación de los valores humanos. Pero los tiempos están cambiando. La ciudadanía exige líderes que se comprometan con un cambio real, no con gestos simbólicos y estrategias clientelares.

 

Erradicar esta práctica no es solo una cuestión de ética, sino una condición necesaria para construir democracias sólidas y sociedades más justas. Es hora de abandonar la política de la mendicidad y construir una nueva forma de liderazgo basada en principios, soluciones y respeto por la dignidad humana. Solo así podremos avanzar hacia una sociedad donde la política sea verdaderamente un instrumento de transformación y progreso.

 

Yacuiba, 7 de enero de 2025

 

 

 

 

 

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Yacuiba – Gran Chaco – Bolivia



[1] Es especialista, Estratega y Asesor en Gestión Pública, Gobierno, Imagen, Media Training y Comunicación Política.

[2] Muchacho hábil, sagaz, adiestrado, valiente, inteligente y buen conocedor de los caminos, que, montado en la marucha o yegua madrina, guía por un camino escarpado y accidentado a una manada de ganado caballar o vacuno, que es trasladado de un lugar a otro con condiciones mejores para los animales. Es el responsable del animal que hace de cabeza y guía en el arreo de traslado, sea montado sobre él o llevándolo de tiro.

Esta práctica casi ha desaparecido por completo, con la mejora considerable de condiciones de pastoreo, caminos y comunicación, por lo que ya no es necesario movilizar a la tropa de esa forma.

[3] Liberal, libertario, minarquista.










domingo, 22 de diciembre de 2024

OPINIÓN | Hay que Frenar la Guerra Sucia - Esteban Farfán Romero (El Marucho)

EL DEDO EN LA LLAGA 


Hay que Frenar la Guerra Sucia 



Por: Esteban Farfán Romero[1] (El Marucho[2])

Libertad, Igualdad ante Ley, Gobierno reducido y Economía de Mercado Libre.[3]

E-Mail: elmarucho@elmarucho.com

 

 

 

   «El poder verdadero no necesita humillar; la humillación es el arma de los débiles disfrazados de fuertes.» 

- Hannah Arendt

 

 

   «Cuando la política se reduce a insultos y ataques, la democracia pierde su sentido y se transforma en un circo mediático.»

- Noam Chomsky

 

 

   «Quien lucha con monstruos debe tener cuidado de no convertirse en uno de ellos.»

- Friedrich Nietzsche

 

La política, en su esencia más pura, es un ejercicio noble destinado a buscar el bienestar colectivo a través del debate de ideas, la construcción de consensos y la implementación de soluciones eficaces para los problemas de la sociedad. Sin embargo, en Villa Montes, como en otras latitudes, hemos sido testigos de una práctica que degrada este ideal, donde la política se ha convertido en un campo de batalla sucio, caracterizado por ataques personales, desinformación y el uso de memes ofensivos y denigrantes como herramientas de confrontación.

 

Esta situación no solo lesiona las dignidades individuales, sino que también destruye el tejido social y erosiona la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas. Como expresó Aristóteles, “El fin de la política es la felicidad humana.” Cuando la política se convierte en un ejercicio vil, inmoral y destructivo, traicionamos este propósito fundamental.

 

La política: El noble arte de servir y construir

 

La política, en su esencia más pura, es una herramienta poderosa para transformar sociedades, resolver conflictos y construir un futuro colectivo. Según Max Weber, "La política significa una aspiración hacia el poder, hacia la participación en el poder o hacia la influencia sobre la distribución del poder." Sin embargo, esta aspiración debe estar al servicio del bienestar general y no de intereses individuales o destructivos. La política no puede convertirse en un instrumento para perpetuar divisiones, dañar reputaciones o manipular percepciones.

 

Villa Montes enfrenta una realidad que refleja un fenómeno extendido en muchas democracias contemporáneas: el uso de la política como un arma de destrucción, donde los actores recurren a medios inmorales, como memes ofensivos, cuentas falsas en redes sociales y desinformación, para desacreditar a sus opositores. Este panorama no solo degrada la dignidad humana, sino que también mina las bases del sistema democrático, reemplazando el debate de ideas por el espectáculo del escarnio.

 

La Necesidad de Profesionalizar y Dignificar la Política en Villa Montes: Una Reflexión y Propuesta

 

La política, en su esencia más noble, es el arte de servir al bien común. Sin embargo, en lugares como Villa Montes, esta noble tarea ha sido distorsionada por prácticas inmorales y destructivas que desvirtúan su propósito fundamental. El uso de memes denigrantes, información falsa y cuentas anónimas para atacar y desacreditar a oponentes políticos no sólo destruye la confianza en las instituciones democráticas, sino que también erosiona el tejido moral de la sociedad.

 

“La política es el camino para que los hombres sin principios puedan dirigir a los hombres sin memoria”, decía Voltaire con ironía. Esta frase resuena hoy más que nunca en un contexto donde la confrontación de ideas ha sido reemplazada por el ataque personal y la difamación.

 

La política, en su esencia más pura, es un arte noble destinado a guiar a la sociedad hacia el bien común. Es el espacio donde las ideas, las visiones y los valores se entrelazan para construir un futuro mejor. Sin embargo, en Villa Montes, este propósito se ha desvirtuado y degenerándose, convirtiéndose en un campo de batalla donde las armas no son las ideas, las propuestas ni los argumentos, sino los ataques personales, los memes denigrantes, ignominioso y la difamación. Este deterioro de la política demanda una reflexión profunda y acciones contundentes para devolverle su dignidad y profesionalismo.

 

 

 

Crítica a las prácticas actuales

 

El uso de memes ofensivos, cuentas falsas en redes sociales y la manipulación de información distorsionada para dañar reputaciones, es un síntoma de la falta de profesionalismo y ética en la política local. Estas acciones reflejan un vacío moral y un desconocimiento del verdadero propósito de la política.

 

Como señaló John Stuart Mill, "La libertad de uno termina donde comienza la del otro." En el contexto actual, la libertad de expresión ha sido usada como pretexto para transgredir derechos fundamentales, como la dignidad y el honor. Esto no solo daña a las víctimas directas, sino que erosiona la confianza en las instituciones democráticas y alimenta un clima de hostilidad y desconfianza social.

 

Análisis: Las raíces del problema

 

El problema en Villa Montes no es solo técnico, sino ético y cultural. La falta de formación en valores cívicos, el anonimato que brindan las redes sociales y la ausencia de regulación efectiva han fomentado un terreno fértil para prácticas inmorales y destructivas.

 

Hannah Arendt dijo: "La esencia de los derechos humanos es el derecho a tener derechos." En este sentido, las prácticas denigrantes niegan el derecho a una reputación justa y a una vida pública digna, aspectos esenciales en cualquier democracia.

 

Diagnóstico: La Política degradada como Espacio de Confrontación y Denigración. Consecuencias y peligros

 

El uso sistemático de herramientas de difamación y manipulación tiene implicaciones profundas en la sociedad.

 

El uso de cuentas falsas en redes sociales para publicar información falsa o distorsionada, así como memes ofensivos, revela varias problemáticas:

 

1. Erosión de la confianza: Cuando la política se convierte en un espacio de agresión y mentira, los ciudadanos pierden la fe en sus líderes y en el sistema democrático. La confianza, pilar fundamental de cualquier sistema político, se ve reemplazada por el cinismo y la apatía.

 

2. Normalización de la inmoralidad: Cuando el ataque personal y la mentira se convierten en prácticas aceptadas, la ética deja de ser una expectativa básica en el liderazgo político. Esto establece un precedente peligroso, en el que los fines justifican los medios, sin importar el daño causado.

 

3. Desinformación y Manipulación: La propagación de noticias falsas distorsiona la percepción de la realidad y genera confusión entre los ciudadanos.

 

4. Daño a la Dignidad Humana: Las publicaciones denigrantes lesionan profundamente la integridad de las personas, causando daños psicológicos y sociales irreparables.

 

5. Destrucción del Debate Democrático: En lugar de centrarse en el debate de ideas, la política se reduce a una lucha de poder basada en el desprestigio del adversario.

 

6. Pérdida de Confianza Ciudadana: Estas prácticas erosionan la confianza de los ciudadanos en los líderes políticos y las instituciones democráticas.

 

7. Polarización social: Las campañas de difamación no solo afectan a los políticos atacados, sino que también dividen a la ciudadanía en bandos enfrentados, alimentando un clima de confrontación que impide el diálogo y el entendimiento.

 

8. Destrucción del tejido moral: Estas prácticas envían un mensaje equivocado a las generaciones jóvenes: que el fin justifica los medios y que el éxito político puede alcanzarse a costa de la ética.

 

La memecracia

 

El libro Memecracia: los virales que nos gobiernan de Delia Rodríguez es una obra que explora el impacto de los memes y contenidos virales en el ámbito político, social y cultural. Rodríguez analiza estas piezas aparentemente inofensivas que han transformado la forma en que las sociedades procesan la información, forman opiniones y toman decisiones, especialmente en la era digital.

 

Delia Rodríguez aborda la idea central de que los memes y otros contenidos virales no son simplemente elementos humorísticos o casuales. Por el contrario, estos constituyen herramientas poderosas que influyen en la política, la economía y las dinámicas sociales. La autora describe la "memecracia" como un sistema en el que los contenidos virales gobiernan, moldean las emociones colectivas y, en ocasiones, desinforman o polarizan a las sociedades.

 

Rodríguez explica cómo los memes son efectivos porque se dirigen a las emociones humanas: miedo, indignación, humor o empatía. Al viralizarse, estos elementos simplifican temas complejos, generan narrativas polarizadas y pueden influir decisivamente en procesos democráticos, como elecciones o movimientos sociales.

 

Para los que nos dedicamos a la investigación de temas políticos y sociales, como para los políticos profesionales, es muy importante profundizar en este tema, para entender este fenómeno, que ha sido distorsionado pro lo mas los políticos usando como arma de destrucción de dignidades, de manera vil, perversa, y maligna.

 

En mis tiempos de universidad, he leído el libro La sociedad del espectáculo escrito en la década de los ’60 por Guy Debord, que tiene una actualidad enorme, porque justamente estamos viviendo lo que Debord reflexiona.

 

El polaco Zygmunt Bauman, ha publicado Modernidad Líquida, trabajo que explica cómo la postmodernidad ha impactado la forma en que se percibe la política, convirtiéndola en un espectáculo de consumo rápido y emociones fugaces.

 

Otro libro de lectura obligada en Comunicación, es el escrito por el filosofo Giovanni Sartori, Homo Videns: La Sociedad Teledirigida, en el que reflexiona sobre cómo la televisión y los medios audiovisuales han transformado la forma en que las personas perciben, comprenden y se relacionan con el mundo. A través de un análisis crítico, Sartori plantea que esta transformación no solo ha alterado los hábitos de consumo informativo, sino que ha generado profundas implicaciones para la sociedad, la cultura y la política.

 

El 2020, se ha publicado un libro de varios autores titulado, El impacto viral de los memes en la comunicación política, en el que se discute cómo los memes se han convertido en herramientas virales en la comunicación política, influyendo en la percepción pública y en la difusión de mensajes políticos, y cómo pueden ser utilizados para manipular o trivializar el discurso político. 

 

Finalmente, hay un libro muy bueno titulado, La banalización de la política. De Varios autores (La Silla Vacía), publicado en 2018, en el que varios periodistas y analistas políticos, analizan cómo la política se ha transformado en un espectáculo mediático en la era de las redes sociales. Se enfoca en el papel de los memes en la creación de narrativas simples y emocionales que desdibujan las líneas entre información y entretenimiento. Los autores discuten las implicaciones de este fenómeno para la democracia, incluyendo la polarización y la fragmentación del debate público.

 

Reflexión Crítica sobre el Contexto Actual

 

En Villa Montes, el espectáculo político parece haberse reducido a un concurso de agresiones digitales. Los memes ofensivos y las publicaciones distorsionadas en redes sociales no son expresiones de debate; son armas de destrucción personal y política. Este uso espurio de la política deshumaniza tanto al emisor como al receptor, fomentando una cultura de odio y divisiones insalvables.

 

Platón advertía que “el precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres”, y al parecer, eso es lo que esta sucediendo, porque se ve mucha bajeza y miseria humana en la política. Cuando la política se ensucia de esta manera, las personas capaces, éticas y visionarias son disuadidas de participar, dejando el campo libre para quienes hacen del juego sucio su única estrategia.

 

Como bien dijo el pensador español José Ortega y Gasset: “La política es el arte de dirigir la voluntad colectiva.” Cuando los líderes políticos recurren a medios inmorales y destructivos para imponerse, abandonan el arte noble de la política para caer en la degradación del conflicto personal y la violencia simbólica.

 

El uso de memes denigrantes y cuentas falsas es un síntoma de una política carente de ideas y valores. Estas prácticas son el reflejo de un vacío intelectual y ético, donde la falta de argumentos sólidos se reemplaza con ataques personales.

 

La Necesidad de Elevar el Nivel de la Política

 

Es imperativo que la política recupere su carácter de debate de ideas y propuestas. Como señaló John Stuart Mill, “la libertad no vale nada si no incluye la libertad de equivocarse”. Sin embargo, esta libertad debe ejercerse en un marco de respeto y responsabilidad, promoviendo la crítica constructiva en lugar de la destrucción personal.

 

Propuestas para Elevar el Nivel de la Política en Villa Montes

 

1. Fomentar la Educación Cívica y Política: Implementar programas de formación ciudadana que promuevan el pensamiento crítico, el respeto mutuo y el compromiso con el debate de ideas.

 

2. Formación ética y profesional de los políticos: Se deben implementar programas obligatorios de formación en ética y profesionalismo para quienes aspiran a cargos públicos. Estos programas deben incluir contenidos sobre derechos humanos, comunicación efectiva, resolución de conflictos y liderazgo ético.

 

Immanuel Kant, dijo que: "El respeto a la dignidad del ser humano es el principio rector de la convivencia."

 

3. Creación de un observatorio ciudadano de ética política: Un ente independiente formado por representantes de la sociedad civil, la academia y los medios de comunicación podría monitorear las prácticas políticas y emitir informes públicos sobre el cumplimiento de estándares éticos.

 

4. Control del Mal Uso de Redes Sociales: Crear mecanismos legales y éticos que sancionen la desinformación y el uso de cuentas falsas, sin vulnerar la libertad de expresión.

 

5. Promoción de una Cultura del Debate de Ideas: Organizar foros y espacios públicos donde los líderes políticos puedan presentar sus propuestas y discutirlas de manera respetuosa y constructiva. La política debe regresar a su esencia: el intercambio de ideas y propuestas. Organizar debates públicos y transparentes, moderados por expertos imparciales, es una forma de educar a la ciudadanía y mostrar que las ideas pueden prevalecer sobre los ataques.

 

6. Compromiso Ético de los Políticos: Instar a los actores políticos a firmar un pacto de ética pública que incluya el compromiso de evitar ataques personales y promover el respeto mutuo.

 

7. Creación de un pacto ético en Villa Montes: Los actores políticos y sociales deben suscribir un pacto ético que rechace explícitamente las prácticas inmorales, promoviendo el debate de ideas y la competencia justa. Este pacto debe ser público, vinculante y monitoreado por la sociedad civil.

 

8. Fortalecimiento de los Medios de Comunicación: Apoyar a los medios independientes y responsables que difundan información veraz y fomenten un debate informado.

 

9. Campañas de Sensibilización: Diseñar campañas que eduquen a la población sobre los efectos negativos de la política destructiva y promuevan el uso responsable de las redes sociales.

 

10. Empoderamiento de la ciudadanía: Los ciudadanos tienen el poder de exigir un cambio. Campañas de sensibilización masiva pueden educar al electorado sobre la importancia de rechazar a líderes que recurran a prácticas destructivas y fomentar el voto informado.

 

11. Promoción de liderazgos éticos: Es fundamental identificar y apoyar a líderes que representen un modelo ético y profesional en la política. Estos líderes deben ser visibles y respaldados por la sociedad como ejemplos a seguir.

 

12. Reconocimiento y premiación de buenas prácticas políticas: Crear iniciativas que reconozcan a políticos y funcionarios por su integridad, su compromiso con el debate constructivo y su capacidad para liderar con ética puede servir como incentivo positivo.

 

13. Espacios públicos de diálogo y reconciliación: Crear foros comunitarios donde ciudadanos y políticos puedan discutir temas locales de manera abierta y respetuosa. Estos espacios deben enfocarse en soluciones colectivas y no en recriminaciones personales.

 

Reflexión final: Un cambio necesario y posible. La grandeza de la política como herramienta de transformación

 

La política debe ser un espacio de construcción y no de destrucción, un medio para elevar la calidad de vida de los ciudadanos y no para sembrar discordia. Este cambio requiere voluntad colectiva, formación ética y la valentía de abandonar prácticas que, aunque efectivas a corto plazo, destruyen el tejido social.

 

Como expresó Abraham Lincoln: "Puedes engañar a algunas personas todo el tiempo y a todas las personas algún tiempo, pero no puedes engañar a todas las personas todo el tiempo." El liderazgo verdadero se construye con valores, propuestas y trabajo, no con vileza.

 

El desafío es grande, pero no imposible. Elevar el nivel de la política en Villa Montes es una tarea de todos, desde los políticos hasta los ciudadanos. La política limpia, profesional y ética es el único camino hacia una sociedad más justa, democrática y unida.

 

El ejercicio de la política debe estar guiado por esta premisa, promoviendo el respeto y la dignidad como pilares fundamentales. Es responsabilidad de los líderes políticos y de la sociedad en su conjunto dignificar la política, transformándola en un espacio de construcción y no de destrucción.

 

Es momento de abandonar prácticas espurias y destructivas y trabajar juntos para construir una política basada en principios éticos, propuestas sólidas y el compromiso con el bienestar colectivo. Villa Montes merece una política que inspire, una política que construya, una política que trascienda.

 

El cambio no sucederá de forma espontánea; requiere compromiso, valentía y esfuerzo colectivo. Abandonar el uso espurio, inmoral y destructivo de la política no es solo una necesidad, es una obligación para quienes aspiran a construir un futuro digno para Villa Montes y para la democracia misma. Como dijo el filósofo Jean-Paul Sartre: "El hombre está condenado a ser libre; con ello, condenado a tomar decisiones responsables." La decisión está en nuestras manos: profesionalizar la política o seguir perpetuando su degradación.

 

 

Yacuiba, 20 de diciembre de 2024

 

 

 

 

 

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Yacuiba – Gran Chaco – Bolivia



[1] Es especialista, Estratega y Asesor en Gestión Pública, Gobierno, Imagen, Media Training y Comunicación Política.

[2] Muchacho hábil, sagaz, adiestrado, valiente, inteligente y buen conocedor de los caminos, que, montado en la marucha o yegua madrina, guía por un camino escarpado y accidentado a una manada de ganado caballar o vacuno, que es trasladado de un lugar a otro con condiciones mejores para los animales. Es el responsable del animal que hace de cabeza y guía en el arreo de traslado, sea montado sobre él o llevándolo de tiro.

Esta práctica casi ha desaparecido por completo, con la mejora considerable de condiciones de pastoreo, caminos y comunicación, por lo que ya no es necesario movilizar a la tropa de esa forma.

[3] Liberal, libertario, minarquista.


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