
Librepensante
NO DESTRUYAN EL CHACO
ESTEBAN FARFÁN ROMERO
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Yacuiba – Gran Chaco – TARIJA - BOLIVIA
Acompañado de mi pareja, anoche (29/01/11) asistí a una cena invitado por los propietarios de Canal 13, ATB Yacuiba. Fue el acto de reconocimiento a trece personalidades destacadas del año en un centro local de eventos.
Todo estaba bien, hasta que hizo uso de la palabra nuestro conspicuo (todavía) alcalde municipal. Por casualidades de la vida (para mi mala suerte), justamente estaba sentado al frente del atril, en el centro. No desperdició la oportunidad para disparar duro y munición pesada. Se percibía que la sangre le hervía a borbotones de bronca, ¿por mi presencia? Hizo una serie de insinuaciones obvias, que todo el mundo se dio cuenta a quien estaba dirigidas. Los hombres valientes, los hombres de verdad, dicen las cosas de frente y no usan blindajes, pelean en el piso. Centró parte de su discurso de circunstancia para intentar (infructuosamente para mi suerte) hacerse la víctima y aparentar que el maligno cerebro conspirador es ese tipito que estaba sentado justamente en el centro. La mayor parte de la alocución la ocupó para desembuchar vocinglerías.
Entre tantas gansadas y simplezas a las que nos tiene acostumbrado, dijo “quiero pedirles que no destruyan al Chaco”. Atrevidas ocurrencias. Retórica hueca, grandilocuente y empalagosa, además de pendenciera. Y repitió la misma frase como cinco veces. Versos pueblerinos e idioteces. Baturrillos de un estúpido.
Desubicado e inoportuno, porque la circunstancias del acto de reconocimiento no era para hacer política soez, fácil y desmedida; ni para abusar del micrófono arrojando municiones de alto calibre contra un supuesto adversario maniatado que no tiene derecho a réplica. Políticos de plástico. Despistado como gallina ciega.
Desatinado, porque el momento era para descollar el esfuerzo personal de los reconocidos, para agradecer a la gente que hace cosas sin interés político, sólo porque su vocación humanista los constriñe. Era obligación referirse a los hechos reales y concretos del esfuerzo personal de estas valiosas personalidades de bien. Disléxico.
Impropio, porque no se debe aprovechar tribunas que no están destinadas a la política criolla y barata para acribillar al adversario inerme. Más bien debería ser utilizado el momento para estimular a que más ciudadanos de bien, que no se roban la plata del pueblo, que no se hacen ricos de la noche a la mañana, montados en la demagogia, engañando descaradamente a un pueblo ignorante y pobre de espíritu, que no forjan algo haciendo cálculos políticos-económicos, que no son corruptos, que nunca estuvieron envueltos en problemas de sustancias prohibidas y raras, que no buscan amasar fortunas fáciles y mal habidas, que no buscar escapar de la justicia, para que nosotros también sigamos el ejemplo. Firuletes.
Desacertado, porque se debería aprovechar ese breve tiempo para que la institución municipal se comprometa (pero en serio) a desarrollar políticas públicas que estimulen el despliegue de acciones concretas en beneficio del pueblo que el Estado ignora y se hace de la vista gorda. Si hay ciudadanos comprometidos con su ciudad que hacen bien al otro, es porque las instituciones que tiene la obligación, no lo están haciendo. Liliputiense.
Incorrecto, porque una autoridad que (todavía) tiene una investidura no debe bajar al nivel de la mentecatería, de la insensatez, de la estupidez sólo porque se siente poderoso, olvidando que “con un poder absoluto hasta a un burro le resulta fácil gobernar”. (Lord Acton Historiador inglés). Cuidado, no me torees pajarito, porque puedes salir espinado (escarmentado). Pisas terreno peligroso, muy peligroso.
ESTEBAN FARFÁN ROMERO, es un simple periodista (ratón de biblioteca), analista político y docente.
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