La crisis política de EEUU
Andrés Oppenheimer
El gobierno de Estados Unidos, que suele dar cátedra a otros países sobre cómo deben manejar sus asuntos, haría bien en aprender algunas lecciones de otras naciones para poder evitar situaciones como su bochornoso cierre parcial del gobierno de la semana pasada.
Se que esto será un anatema para
los legisladores ultraderechistas del Tea Party que provocaron el cierre del
gobierno y casi causaron un default de la deuda de Estados Unidos, pero
Washington podría aprender algunas lecciones valiosas de México, uno de los
países que los extremistas del Tea Party aborrecen con mayor pasión.
De manera semejante a lo que
ocurre en Estados Unidos, México venía sufriendo desde hace tiempo una
parálisis política que le impedía aprobar cualquier ley medianamente importante
en el congreso.
En el caso de México, era un
problema estructural debido al hecho de que el país tiene un sistema de tres
partidos políticos, en el que todas las iniciativas del partido que estaba en
el gobierno eran sistemáticamente bloqueadas por los dos partidos que estaban
en la oposición. Los actores cambiaban, pero el sistema de "dos contra
uno" mantenía al país paralizado.
Eso fue así hasta diciembre de
2012, cuando bajo la presión de una opinión pública cada vez más frustrada, los
tres partidos políticos más grandes de México firmaron el “Pacto por México”,
un acuerdo de 95 puntos destinado a quebrar la parálisis estructural del
Congreso y aprobar varias reformas fundamentales.
Entre los objetivos más
importantes del Pacto por México estaban las reformas educativa, de
telecomunicaciones, fiscal y energética. Las dos primeras ya han sido
aprobadas, y la semana pasada, la cámara baja del Congreso aprobó una muy
debatida reforma fiscal.
Es cierto que el Pacto por
México aún está a mitad de camino, y que muchos están descontentos con algunas
de sus reformas. Incluso es posible que el pacto pueda morir cuando el congreso
se decida a votar la reforma energética, quizás la más peleada de todas.
Pero aun cuando el Pacto por
México desapareciera hoy, ya habrá logrado mucho más de lo que ha conseguido el
Congreso de Estados Unidos en los últimos años, que es prácticamente nada.
La semana pasada, el acuerdo en
el congreso estadounidense para reabrir el gobierno solo pateó el problema para
adelante, hasta un nuevo plazo que vence el 15 de enero.
Estados Unidos podría necesitar
urgentemente un pacto político parecido al de México, o - si eso no es posible
- una reforma política más de fondo.
Washington tiene un problema
político estructural: su normas electorales han degenerado en un sistema que
recompensa a los extremistas, y castiga a los moderados.
Bajo el actual sistema de
primarias presidenciales, por ejemplo, los republicanos empiezan su proceso de
selección de candidatos presidenciales en Iowa, donde una población
relativamente pequeña de votantes ultraconservadores hace que todos los
candidatos republicanos se deban hacer campañas de ultra-derecha. ¿Por qué no
hacer primarias el mismo día en todos los estados del país, para tener así una
mayor representación geográfica?
De la misma manera, bajo el
actual proceso de elección de diputados en el congreso, gracias a un proceso
conocido como “gerrymandering” (manipulación de los distritos electorales),
casi todos los distritos parlamentarios del país son uniformemente de un solo
partido.
Como resultado, casi todas las
bancas del Congresos son “seguras”, y hay poca competencia política entre los
dos partidos, lo que permite que los extremistas dentro de cada partido - que
son los más activos políticamente - tengan un peso desmesurado en la elección
de los congresistas. ¿Por qué no rediseñar los distritos para que haya una
mayor competencia política?
El ex presidente chileno Ricardo
Lagos, uno de los más analistas políticos más inteligentes que conozco, me dijo
en una conversación telefónica que Estados Unidos podría beneficiarse de una
reforma política como la del Pacto de Moncloa de España en 1977.
“En España, el Congreso que se iba se hizo el
harakiri y dijo que el próximo parlamento va a ser constituyente", me dijo
Lagos. En el caso de Estados Unidos, el Congreso podría hacer eso, o podría
designar una comisión autónoma de alto nivel para rediseñar los distritos
electorales, agregó.
“Cuando en 200 anos se escriba sobre el inicio
del fin de Estados Unidos, puede que se acuerden de lo que pasó la semana
pasada”, dijo Lagos. “Si no hay una reforma política, vamos a tener el mismo
espectáculo el 15 de enero”.
Mi opinión: Estoy de acuerdo.
Contrariamente a la opinión generalizada, el cierre del gobierno de la semana
pasada no fue un problema de personalidades despistadas, sino que fue causado
por reglas electorales que generan candidatos despistados, o que los obligan a
serlo.
Si no hay un pacto político o
una reforma fundamental para terminar con distritos electorales unipartidarios
y elecciones primarias geográficamente arbitrarias, me temo que veremos el
mismo espectáculo vergonzoso —y potencialmente catastrófico— el 15 de enero, y
muchas veces más.
![]() |
Andrés Oppenhaimer |
No hay comentarios:
Publicar un comentario